Una energía cara, pero más cara

Una energía cara, pero más cara

Desde variopintos estratos sociales han aflorado en estos días renovados y justificados reclamos, por las elevadas tarifas del consumo de electricidad.

Contrario a lo que ha predicado una Superintendencia que más que de electricidad parece de intranquilidad, los costos energéticos han alzado en globo electrostático.

Me reportaron que el pasado viernes, en las oficinas de una Ede, hubo necesidad de reforzar la seguridad, ante la avalancha de protestas por facturaciones infladas. Y no se sorprenda si les cuento que la rebelión pacífica ocurrió en el sector de Arroyo Hondo, donde la gente paga con religiosidad cuando las facturas acusan montos cercanos a lo razonable.

Unos pocos dominicanos seguimos pagando una energía eléctrica cara, mientras otros se benefician, y disfrutan burlonamente, por inoperancia de una ley que es letra muerta: la que penaliza el robo energético.

Es muy cierto que al consumidor se le ha estado advirtiendo de un eventual cese del subsidio eléctrico, pero un brusco incremento cuanto provocará es más irritación, en una población ya de por si desesperada por las repetidas interrupciones en el servicio.

Aconsejable sería que se manejara con prudencia cualquier variación brutal en las facturas de las llamadas Edes.

Al enunciar las razones que los impulsaron a dejar el terruño, cientos de mis lectores de ultramar coinciden al identificarlas: desprotección ciudadana, corrupción, clientelismo político, reparto descarado de los bienes públicos, indefensión ante las injusticias de toda laya… y paro de contar.

Antes percibía, en los amables seguidores de esta columna en el exterior, un sentimiento exagerado. Ahora los comprendo.

Los que no disfrutamos de ‘barrilitos’ ni concesiones graciosas de instituciones estatales, que pueden alcanzar hasta $150 mil por mes, continuaremos militando en el club de limitada membresía: el de los pendejos.

Publicaciones Relacionadas