Una epidemia que no cede

Una epidemia que no cede

Una vez más, los accidentes de tránsito se llevaron el récord como la principal causa de muerte y trauma durante los festejos de Nochebuena y Año Nuevo.

El COE reportó   que 26 personas murieron  y  467 resultaron lesionadas entre el 24 y el 25 de diciembre. Accidentes de tránsito causaron  24 de esas muertes y en una mayoría abrumadora de las tragedias había motocicletas. El COE reportó que entre el 31 de diciembre de 2011 y el 1 de enero de 2012 habían fallecido 13 personas y 248 habían sufrido traumas. Los trece  perecieron en accidentes de tránsito.

Como se puede apreciar, los accidentes de tránsito tienen carácter de epidemia que no da tregua. También es evidente que en estos eventos la participación de motocicletas es sencillamente alarmante.

Las cifras citadas corresponden solamente a los períodos 24 y 25 de diciembre y 31 de diciembre 2011 y 1 de enero 2012. No se cuentan los fallecidos y traumatizados entre el 26 y el 30 de diciembre. Asimismo, las estadísticas anualizadas sobre mortalidad por accidentes de tránsito son ciertamente alarmantes.

Esto obliga a preguntar: ¿Qué, aparte de los operativos ocasionales, están haciendo las autoridades para enfrentar esta epidemia? Es evidente que hay que reducir la mediática y mejorar la efectividad en la prevención.

 

No olvidemos las “bajas cortes”

Todo parece indicar que el Tribunal Constitucional y el Tribunal Superior Electoral tienen  asegurada una pronta instalación  en infraestructura adecuada para las importantes funciones que les competen, provisión de equipos y cobertura de otras necesidades.

En cuanto a la Suprema Corte de Justicia hay poco que hacer, pues ya tiene alojamiento propio.

Pero en el ámbito de las “bajas cortes” las precariedades imponen una inocultable denegación de justicia. El Palacio de Justicia de la provincia de Santo Domingo es la mejor muestra de ello. La Unidad de Atención Permanente de la Fiscalía está alojada en un furgón en el que se apretujan los empleados y las personas que deben acudir allí para asuntos de esa jurisdicción.

  Está bien que alojemos y equipemos a las “altas cortes”, pero sin olvidar las viejas precariedades de las “bajas cortes”.

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