Una escuela violenta con un desayuno que intoxica

Una escuela violenta con un desayuno que intoxica

El estudio que realizamos sobre la Violencia en la Escuela para Plan Internacional, de reciente publicación, muestra las distintas formas en que la escuela se convierte en un lugar de ejercicio de violencia para niños y niñas.

La violencia tiene distintos rostros que se plasman desde la violencia física, verbal, psicológica y estructural.

Con respecto a la violencia estructural encontramos que la escuela se convierte en un lugar asfixiante para niños y niñas. Los golpes que reciben cotidianamente de sus docentes, directores de centros, policías escolares y directivos de Apmaes los mantiene en continuo miedo y agresivos hacia sus compañeros y compañeras.

Es asfixiante porque en ella no se ofrecen los servicios básicos para niños y niñas, no hay agua potable, apagones permanentes, calor sofocante (no hay abanicos ni suficiente ventilación) y baños sin agua o letrinas deterioradas. A esto se le agregan las intoxicaciones continuas con el desayuno que generan incertidumbre en la población infantil. Para verificar si el desayuno está “bien” echan gotas al suelo y si no hace grumos “se lo pueden beber” con cierta inseguridad. Niños y niñas sufren vómitos, diarreas y muchas veces no se reporta, como observamos en distintos centros.

La escuela no puede convertirse en un lugar de envenenamiento de niños y niñas que además de ser violentados física y psicológicamente se sienten inseguros de ingerir  el desayuno escolar. La población infantil tiene miedo a ingerir leche o pan porque puede enfermarse. El desayuno escolar debe ser una prioridad como política social. Este programa debe contar con un proceso  de supervisión y monitoreo continuo por los distritos educativos y debe ser más descentralizado.

El desayuno debe ser revisado y evaluado institucionalmente. Se debe repensar  la idea inicial del programa desde la distribución de alimentos que se producen en las localidades (leche, queso, pan, alimentos cocidos). Con ello se fortalece la producción local, se descentraliza y disminuye los riesgos en transporte y almacenamiento.  Se necesita que el programa cuente con una supervisión rigurosa en su calidad, acompañada de auditorías y monitoreos a las plantas procesadoras de leche y a los alimentos que se distribuyen en forma continua y sistemática.

Los problemas de intoxicaciones del desayuno escolar no deben ser vistos como “casos aislados”, en tres meses más de 100 casos es alarmante, cada niño/niña es importante en el sistema educativo y su intoxicación es grave y requiere intervención inmediata. En otros países una persona intoxicada en un restaurante implica una demanda contra el recinto.

La escuela debe cambiar y ofrecer seguridad, acogida, aprendizajes creativos y recreativos sin violencia y un programa de alimentación escolar seguro y nutritivo. 

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