Una espiral altamente peligrosa

Una espiral altamente peligrosa

Con motivo de la adopción por parte de las Cámaras Legislativas de la mal denominada “Reforma Fiscal”, mejor conocida como “El Paquetazo Fiscal”, en el país han surgido una serie de organizaciones, políticas, sociales, religiosas y hasta apartidistas, protestando por las implicaciones económicas que la misma tendrá sobre una población desprotegida y desvalida que observa, como tendrá que pagar los enormes  dispendios,  sin que exista siquiera la intención de enjuiciar a los que los cometieron.

 Entonces,  los ciudadanos comunes tendremos que pagar,  por haber sido invitados  a presenciar un rumboso baile en el cual ni bailamos, ni comimos y tampoco bebimos.    Antes, protestaban las clases más paupérrimas dentro de un mercado informal a las cuales, cualquier movimiento hacia arriba de los productos de la llamada canasta familiar, les desbalanceaba el magro presupuesto al extremo que tenían que hacer malabares para poder ingerir los alimentos necesarios para subsistir.

 En aquellas manifestaciones, por supuesto, no se veían los hijos de papi y mami, pero hoy todo eso ha cambiado.  Los protestantes son los de la denominada clase media, que se han visto acogotados por el afán del Gobierno de presentar un Presupuesto que continúe, aunque con bastantes limitaciones, el pequeño auge desarrollista hasta ahora exhibido por el partido político en el poder.

   Lo negativo de esta situación  es que podemos llegar, si las marchas de protestas  hasta ahora pacíficas continúan y convertirse en una especie de bola de nieve, que al descender por la montaña va aumentando en  tamaño hasta convertirse en un alud que cubra todo y pueda dar al traste con toda la paz y el progreso que hasta ahora hemos  logrado. 

El recuerdo de los sucesos del año 1984,  durante el gobierno del presidente Jorge Blanco está  todavía patente. Es más, diríamos hasta latentes y eso sucedió, sin que los políticos y gobernantes se dieran cuenta,  hasta que la situación explosionó y cientos de dominicanos perdieron la vida.  Esta situación se pudo evitar si los gobernantes de entonces hubieren aplicado los correctivos necesarios para desactivar el descontento reinante.

   La  peligrosidad  de la situación actual, es que la convocatoria se hacen por los medios electrónicos más sofisticados que existen, sin tener que tirarse los dirigentes al medio de la calle para emplazar al Gobierno a cambiar  su política neoliberalista que nos ha empujado a solicitar la intervención del Fondo Monetario Internacional, que generalmente aplica una receta drástica global,  sin importar a quien o quienes afecta.

   Si el Gobierno del presidente Medina no encuentra rápidamente una fórmula salvadora que ponga un alto a todas estas manifestaciones de descontento, su gestión podría ser altamente afectada en caso de que se tengan que practicar  medidas policiales del  tipo ”extrema violencia”  al que nos tienen acostumbrados estos “auxiliares de la justicia”.

   Pedirle también al Gobierno que se mantenga de brazos cruzados sería también una quimera.  Si bien debe haber un diálogo franco, no es menos cierto que debe ser en un ambiente, en el cual al pueblo no se le cohíba su derecho de  protestar civilizadamente, sin que la policía intervenga de manera salvaje como lo hizo en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), en la cual cobró la vida de un estudiante de medicina.  Con provocaciones como esa y la continua ola de protestas que se han ido expandiendo como un tsunami en la ciudad capital y otras ciudades del interior, se corre el grave riesgo de ocurrir una poblada con resultados regresivos  impredecibles.  Ojalá, el presidente Medina enrumbe la nave por buena ruta y la calma y la cordura regresen a todos los dominicanos.  

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