La clase media siempre ha sido importante creadora de opinión pública. Esta clase que, de acuerdo a diversos analistas y teorizadores, va desde la mayor heroicidad y la más original creatividad a favor de los mejores intereses de la nación, hasta todo tipo de conductas arribistas, de imitación de patrones elitistas, a menudo más consistentes con valores extranjeros que con los intereses del país (que tampoco obedecen a un Plan Nacional).
Esta clase, que estuvo a la vanguardia de las actividades y acciones populares en contra del anterior gobierno; pareciera ser ahora origen principal de las más diversas críticas al nuevo gobierno.
Novedosa es la forma como denuncian sus errores y novatadas, basada en la comunicación vía internet, medio que a diario casi todos utilizamos “de oficio y de vicio”.
Pertenecer a un grupo de chateo o parloteo, es estar enterado (y desinformado) de todo; con la desventaja de nadie parece tener sobre falsedades, ni groserías ni insultos. Como en serio y en broma, para diversión o información.
El actual gobierno, habiendo tenido apenas dos semanas de transición, y confrontando dificultad para conciliar las demandas de sus propios partidarios, y para llevar a cabo los planes del Partido; tiene a favor, pero de frente, esa afanosa clase media criolla, tan informada y exigente.
Una clase media que acosó y “afuereó” al gobierno anterior, pero que tiene ahora serias y urgentes demandas para el nuevo gobierno. Especialmente, como destaca Quico Tabar recientemente, porque quedaron muchos abusos de poder y estafas que procesar, de los anteriores; y una crisis de salud, con depresión de la economía, y los agravantes psicosociales por el encierro, entre otras razones.
Casi tres décadas atrás, Bonaparte Gautreux Piñeiro, también columnista de este diario, escribió en su muy interesante novela “La Muerte de Raquel Martínez”: “Cuando cambia todo, cuando llega el nuevo régimen, las presiones sociales y políticas y económicas son tales que los nuevos se abruman, dan palos a ciegas, se ven erráticos y fallan tanto que cualquiera prefiere el régimen anterior, la gente de antes”.
De ese tipo de error los dominicanos no nos hemos curado todavía. Y siendo indudablemente cierto que ha habido mucha improvisación en las acciones del nuevo gobierno, las cosas no podrían ser muy diferentes, dadas las circunstancias, las enormes dificultades que afronta el gobierno, respecto de las cuales, para un pueblo con demasiadas necesidades y precariedades atrasadas, y una clase media medio-desempleada y con problemas y temores muy variados, no es una opción dedicarse a mirar lo que ocurre, sin por lo menos, desde sus hogares, auscultar, indagar y censurar cada acción errática de los nuevos gobernantes.
Entendemos que los errores son muchos, pero parte de estos son connaturales de una situación como la presente; y lo cierto es que debe tenerse cuidado con no desanimar a los noveles y a los novatos, pues eso les haría la pasantía más difícil; y los eternos adversarios internos de nuestro país podrían sacar mayores ventajas; para lo cual no necesitan que los empujen ni los aplaudan.