SAN FRANCISCO DE JACAGUA, Santiago. La pandemia del coronavirus ha cobrado la vida de cientos de personas desde que se instaló en el país en marzo de este año. Esta enfermedad se ha convertido en la mayor preocupación para muchos dominicanos. Pero, lo ciertos es que en realidad este problema no generaliza la intranquilidad de la gente. Porque el uso obligatorio de las mascarillas y mantener el distanciamiento físico para evitar el contagio y la propagación del coronavirus o COVID-19, ya pasó a un segundo plano para una pareja de esposos. Su mayor preocupación no es el COVID-19, es el cuidado y el sustento de sus cinco hijos, una hembrita y cuatro varoncitos de 3, 5, 8, 10, y 12 años de edad. Hoy/Fuente Externa 2/06/20
Por: José Alfredo Espinal
SAN FRANCISCO DE JACAGUA, Santiago. La pandemia del coronavirus ha cobrado la vida de cientos de personas desde que se instaló en el país en marzo de este año. Aunque se ha convertido en la mayor preocupación para la mayoría de los dominicanos, en realidad la enfermedad no intranquiliza a todo el mundo.
Y es que el uso obligatorio de las mascarillas y en mantener el distanciamiento físico para evitar el contagio y la propagación del COVID-19 ya pasó a un segundo plano para una pareja de esposos. Su mayor preocupación no es el COVID-19, sino el cuidado y el sustento de sus cinco hijos: una hembra y cuatro varones de 3, 5, 8, 10 y 12 años de edad.
Todos viven en una humilde vivienda ubicada en la comunidad Loma del Jamo de Palo Alto, de este distrito municipal, que le fue prestada por un pariente suyo para que puedan cobijarse, mientras por las noches comparten con sus retoños en los únicos dos colchones que poseen.
Además de perder la intimidad como pareja, también viven el desamparo ya que nadie a nivel estatal les asiste. Pese a ello, el compromiso de velar por un pequeño que siempre llora hace que sus dificultades se conviertan en un estímulo para seguir haciendo esfuerzos por sobrevivir.
Rosy Hernández, de 30 años, y su esposo Ciprián, de la misma edad, reconocen las penurias por las que atraviesan. Ninguno tiene empleo y reciben pocas o ninguna ayuda de las autoridades.
“Se salvan del coronavirus pero pelean por sobrevivir en medio de la miseria. Tienen cinco muchachos, no trabajan, no tienen techo y sobreviven por la caridad de familiares y vecinos”, afirman residentes en Jacagua.
A pesar de todas las penurias, Rosy y su esposo Ciprian se rehúsan a dar la cara para pedir ayuda a las autoridades. Un amigo, Miguel Colomé, ha decidido socorrer esta pareja y a sus cinco hijos.
Además de los alimentos que demandan, esta familia requiere la mano amiga de las autoridades oficiales y de representantes de otros sectores para construir un techo propio y adquirir ajuares del hogar.