Una fiesta para la consciencia

Una fiesta para la consciencia

La perfección del que imparte órdenes es ser pacífico; del que combate, carecer de cólera; del que quiere vencer, no luchar; del que se sirve de los hombres, ponerse por debajo de ellos».

Lao-Tsé

Desde tiempos muy antiguos, los sabios dijeron que llegaría un momento en que la humanidad despertaría la consciencia, y seria madura espiritualmente. La consciencia es eso que somos en singular, es el “yo soy”.  Es la parte más intrínseca y esencial, más allá de nuestro cuerpo, de la vida material, de lo que conocemos y de los parámetros en los que nos movemos.

La consciencia contiene conocimiento. El conocimiento es una energía. La consciencia es irnos experimentando a partir de estados ampliados de nosotros mismos, que nos llevan a dimensiones espirituales donde se pierden las formas.

La consciencia es aquello que evoluciona, que perdura después de la muerte, que sobrevive, que utiliza los cuerpos de energía y de manifestación para materializarse en otras realidades del universo, y es aquello que condensa el conocimiento adquirido en tantos lugares del universo donde actúa y experimenta.

Como ella conserva los conocimientos, va adquiriendo en toda su trayectoria evolutiva variables nuevas. Va incorporando nuevas energías, por ejemplo nos permite entrar en contacto con la vida material, con el mundo de las emociones, etc.

Experienciamos distintas variables de energía ya que cada emoción tiene un parámetro y una vibración: la cólera, la risa, la alegría, los aromas, las sensaciones que nos trasmite el cuerpo, el hecho de estar en contacto los unos con los otros, el encuentro, el toque, el tacto, etc.

Todas estas variables energéticas añaden un valor a la conciencia por el hecho de experimentarlas, de tener esa vivencia. Así, nuestro conocimiento de la realidad cambia, nuestro conocimiento de la realidad aumenta y toma la plusvalía del lugar, las personas y las cosas donde ha estado expresándose y manifestándose.

La consciencia evoluciona por el conocimiento que va adquiriendo en múltiples realidades. El universo existe porque existe la consciencia que lo crea, que lo piensa, que lo siente, que lo ocupa. El universo, en realidad, es el gran escenario para la manifestación de la conciencia.

En la Tierra, tenemos un escenario de adquisición de nuevas variables de energía. La consciencia se transforma a medida que vamos asimilando nuevas variables que nos permitan manifestar realidades distintas.

El poder de crear es una variable que viene dada gracias a la energía del amor, el aspecto femenino de la sabiduría. Al incorporar estas variables energéticas de sanación para nuestro ser, vamos transformando nuestra realidad, y facilitamos nuestro salto de conciencia.

La evolución de la consciencia es infinita, no acaba nunca. Nos cuesta asimilar la idea del infinito, ya que en la vida humana todo tiene un principio y tiene un fin. Nos guiamos por un tiempo que nos da un pasado y un futuro, y todavía nos cuesta mucho asimilar la idea de infinito y eternidad.Somos conciencia; venimos de la conciencia vamos hacia la conciencia, y en la conciencia evolucionamos. Si no estamos despiertos a esta verdad, nos sentimos como sesgados.

La conciencia está evolucionando en un cuerpo humano que tiene sus limitaciones, con un sistema nervioso central que tiene una capacidad de asimilación que todavía no es plena. Cuando nos quedamos en nuestras percepciones, nos vemos a nosotros mismos como alejados de nuestra esencia y de nuestra totalidad. Evolucionar es ir cada vez hacia más, hacia la plenitud, la completud del sí mismo, la conciencia de ser.

En los planos superiores, el pensar y el sentir son uno en una especie de océano, donde no hay formas. Solo hay un sentir/pensar permanente que fluye y que se recrea en un inacabable gozo. Cada uno de nosotros entra por afinidad, por similitud, por resonancias, en relación o en vinculación con esas ondas expansivas del universo.

Este fin de semana participé en una fiesta de consciencias. Un grupo de personas que regalaron su esencia y su presencia, para mostrar que siempre es un buen dia para cambiar las imágenes limitantes, y dar paso a otras que brindan la natural reconexión con el poder del cielo y la fuerza de la tierra.

¡La vida es sabia! Y su generosidad es tanta y tan grande, que toda la tarea que tenemos que hacer es observar sin juzgar, sin culpar, y sin temer. Este fin de semana aprendí que la humildad verdadera nos hace reconocer nuestra grandeza sin sentir vergüenza de ella. ¡Gracias a todosporesta gran celebración!

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