I
El día amargo amaneció ausente de canciones.
Preñado de amarguras, de negros presagios.
El 17 de marzo anocheció sin pueblo.
Sin pueblo y sin trinchera.
Su sangre generosa, arteramente derramada
Por manos asesinas, como semilla redentora
Regará los campos y los caminos yertos.
Será tu sangre y tu ejemplo luz en las tinieblas
De esta tierra nuestra sedienta de justicia.
En esta tierra nuestra, abusada.
Seguirá tu sangre la huella luminosa de otras sangres
derramadas por mártires y patriotas hechos leyenda.
Tu sangre bendecirá mi oración callada
De mis labios secos brotará una canción de cuna
Para los hijos nacidos sin fortuna
Para el recuerdo de los hijos olvidados.
Será una plegaria de amor para ti, Orlando.
Un breve poema. Una Flor para Orlando.
“Que no se vaya el metal
Persuasivo de tu voz.
Que no se pierda
El calor verdad de tu acento
Que con tu vida, que se nos va,
Nos llegue tu aliento
De luchar por una vida mejor.”