Una fuerza externa militar y humanitaria debe rescatar Haití

Una fuerza externa militar y humanitaria debe rescatar Haití

Desangrándose por la violencia de pandilleros y de civiles que recurren a linchamientos en respuesta a los asesinatos y secuestros a que han estado lanzados clanes armados, la nación haitiana es víctima también de la indiferencia que ante su desgracia muestra la comunidad internacional liderada por los países poderosos del mundo de los que depende mayormente que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas active mecanismos de intervención directa para imponer respeto a los derechos humanos (en total inobservancia) y a las instituciones democráticas (anuladas por el caos y los sectarismos primitivos)

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La ONU está fundada en tratados internacionales que le confieren competencia para tomar decisiones frente a diferentes problemas que afecten a la humanidad que a través de los Estados delega en ella funciones de aplicación de los principios que rigen a las comunidades individualmente y de manera conjunta. Fue creada para preservar en armonía las soberanías de los Estados y dispone permanentemente de un ejército denominado Fuerza de paz. Y en Haití lo que viene ocurriendo es una quiebra total de las instituciones que deben sustentar el imperio de la ley y el orden. Su crisis devastadora afrenta a América y al mundo, genera incertidumbre y gravita costosamente sobre República Dominicana, que no cesa de movilizar tropas y más recursos de protección fronteriza. Aquello es un volcán en erupción con capacidad de transferir secuelas hacia el este de la isla y más allá.

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