Una furtiva lágrima

Una furtiva lágrima

POR GRACIELA AZCÁRATE
La educadora Rosalina Perdomo Montalvo escribió en Clave digital acerca de la intervención del Presidente, el 8 de noviembre para explicar las medidas a tomar con respecto a la tormenta  Noel  y señaló entre muchas otras cosas que: “Omitió las excusas al pueblo dominicano en nombre del estado (de este gobierno y los otros pasados), sobre todo a los más pobres,  por la negligencia y desidia en proteger sus vidas y afirmar el derecho a unas condiciones de vida dignas”.

El texto sigue y señala dos excesos, uno de los cuales es el que a mí por ejemplo me dejó atónita: “ Explotar políticamente el dolor de  adultos y niños en una escena surrealista y chocante para aquellos que, estando en un duelo reciente y extremo no están en condiciones anímicas de exponerse al público, mucho menos describiendo el motivo de su dolor”.

 El jueves, también en Clave  Andrés l. Mateo escribió: ¿Sino era la ética, al menos la piedad no debió haber impedido que cada pose, cada  lágrima, cada acto escenográfico en ese discurso existiera como un uso descarado del dolor y una carnada del poder?

El domingo 28 de octubre,  en la mañana,  al día siguiente de publicar en Historia de vida “Una pena antigua”, ya el diluvio era bíblico,  me acomodé en una butaca,

 Me llamó la atención la lluvia que crecía, miré por la ventana de mi estudio y  pensé en la gente de Haina que vive cerca del río, llamé por el celular a mi hijo veterinario que estaba en Punta Cana atendiendo unos caballos  y por un momento prendí el televisor.

 Cuando ví en cadena  la retransmisión de la rueda de prensa del presidente con los directores de medios tratando de justificar la Sund Land, me empezó a entrar un malhumor que iba a dar por tierra con mi burgués y acomodado domingo. Apagué y seguí con mi lectura. Abrigada, en  mi casa, con las ventanas cerradas a la lluvia y el viento.

Y lo que cuento así, deliberadamente,  lo describo morosa y minuciosamente porque es la descripción de una señora mayor, intelectual de la clase media, que no tiene empleo porque se fue con dignidad imperial, pero  que como buena burguesa aseguró el techo, es austera en los gastos, no tiene deudas ni tarjetas, costeó diligente la educación de los hijos que,  profesionales y con trabajo le aseguran con empatía y solidaridad “un sábatico maternal”   que le permite  quedarse en su casa, escribir, leer, pasear los perros, cocinar riquísimo, hacer vida de jubilada sin pensión y sortear con discresión el vendaval neoliberal.  Pero lo cuento así, precisamente, para poner en evidencia que la gran mayoría del pueblo dominicano no tiene acceso a ese bienestar.

Desde hacía unas semanas estaba releyendo  libros sobre las élites en Latinoamérica, las relaciones de poder, lo que les pasa psicológicamente a las clases medias y bajas cuando ascienden socialmente. la dirección en nuestros países.

Por ejemplo, pensaba en  un intelectual, escritor, maestro y presidente argentino, Domingo Faustino Sarmiento que le envía  una carta al General Mitre en plena Guerra del Paraguay donde le dice: “ No escatime sangre de gaucho que de humano es lo único que tienen.”

 Octavio Paz en el libro “Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe”  describe la sociedad mejicana con este párrafo: “Los mestizos duplicaban la ambigüedad criolla:  no eran ni criollos ni indios. Rechazados por ambos grupos no tenían lugar ni en la estructura social ni en el orden moral. El mestizo era la viva imagen de la ilegitimidad. Del sentimiento de ilegitimidad brotaban su inseguridad, su perpetua inestabilidad, su ir y venir de un extremo a otro, del  valor al pánico, de la exaltación a la apatía, de la lealtad  a la traición, Caín y Abel en una misma alma, el resentimiento del mestizo lo llevaba al nihilismo moral y a la abnegación, a burlarse de todo y al fatalismo, al chiste y a la melancolía, al lirismo y al estoicismo. En una sociedad en la que la división del trabajo coincidía más estrictamentee que en otras con las jerarquías sociales, el mestizo era literalmente, un hombre sin oficio ni beneficio. Verdadero paria, su destino eran las profesiones dudosas: de la mendicidad al bandidaje, del vagabundeo a la soldadesca. En los siglos XVII y XVIII el hampa se reclutaba entre mestizos; en el siglo XIX, los acogieron la policía y el ejército.

El texto  me recordó un pasaje en el libro “Majestad negra” de John W. Vandercook donde en uno de los diálogos entre el almirante inglés y Henry Christophe, Sir Popham le dice que  de su visita al sur le llamó la atención que los mulatos de la élite de Puerto Príncipe dirigidos por el general Petion no quieren trabajar  ni las tierras ni las manufacturas sino conseguir un puesto en el gobierno.

Hace dos o tres días pensaba en “la furtiva lágrima” de la Primera Dama , leía las declaraciones en el almuerzo del Grupo de Comunicaciones  Corripio, me reía de los comentarios de los chico ácidos como dice Leonora Ramírez y

reflexionaba  sobre la experiencia que había vivido unos pocos días antes en el Centro Comunitario “Los Cocos” en el Centro de Salud Mental que dirige el doctor Fernando Sánchez  Martínez  en Pedro Brand.

Hace  un mes Mariano Eberlé y Susi Checo del Equipo Utopías vinieron a casa a proponerme un trabajo a propósito del año de la lectura y el libro. La idea me encantó y nos pusimos a trabajar.

  Seguimos adelante, empezamos a  armar el programa piloto,  pensé en  el doctor Fernando Sánchez,  lo llamé,  le conté lo que queríamos hacer,  enseguida aceptó y se unió al equipo. No voy a relatar los pormenores, pero entre las cosas que planificamos con Susi, Mariano y Fernando nos encontramos en el Centro Comunitario de Los Cocos y grabamos en video un día de vida de esa comunidad.

Los jóvenes médicos hacen su residencia  allí,  grabamos las experiencias y sentires de esos muchachos y muchachas que, como ellos mismos lo cuentan en las entrevistas no sabían que existía otro país de dominicanos, conformado por gente olvidada y maltratada.

 En deteminado momento, el director de la comunidad, un mecánico de carros que comparte sus labores con el trabajo comunitario contó que esa comunidad nació en 1952, con las familias que venían del interior a visitar a los enfermos internos en el Hospital Psiquiátrico Padre Billini, del kilómetro 28.

Desde el ciclón David la comunidad creció y desde hace 6 años el doctor Sánchez es el  coordinador del Centro Comunitario de salud mental “Los Cocos “ de Pedro Brand.

Sin dinero, sin subvenciones, sin ONG, con el absoluto olvido de los políticos y las autoridades, esa comunidad ha creado por iniciativa propia varios programas.

En un momento de la grabación, unos chiquillos se acercaron a Susi y ésta les preguntó qué querían hacer cuando fueran grandes. Los dos chiquillos sin dudar pidieron estudiar y trabajo. Sentados en una pared, Fernando y yo conversábamos de lo que los jóvenes residentes narraban.

De pronto, como si fuera una chica ácida de los almuerzos corripianos, con desenfado y en tono de guaza  le pregunté:

 “ ¿Fernando,  vos te imaginás todo lo que podría  hacer esta comunidad con el valor  de uno solo de  los sombreritos de la Primera Dama?

Y lo narro, así,  coloquial mientras hojeo las declaraciones sobre el vestuario, el maquillaje,  los sombreros, los mariscos, mientras leo que la epidemia avanza en los lomos  y el orín de las ratas,   y que Noel ha puesto al descubierto la cara oscura, sucia, fecaloide, contagiosa y miserable de ese otro pueblo dominicano.

 Mientras, me imagino que se abre el telón y la música de fondo es  esa hermosa aria del segundo acto del “Elixir de amor” de Gaetano Donizzeti donde Nemorino interpretado por Luciano Pavarotti canta la melodía suave de “la furtiva  lágrima” en una bucólica campiña italiana de 1834.

Pero no.  De pronto me doy cuenta que no.  Que no es Aristides Inchaústegui desde la emisora de los Leones, a las nueve de la noche  transmitiendo música clásica sino que  es Raíces, la  de los domingos de boleros  y cerveza helada, la que conecta mi “memoria emocional” al mediodía  y que de  la campiña bucólica y  la romanza de ensueño,  el bolero viene amargado, diciendo que todo… “huele a peligro”,  pidiendo… “piedad, piedad para el que sufre”,  hasta convertirse en la voz  quebrada  de Toña La Negra cuando grita desgarrada: “lo tuyo es puro teatro”.

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