Durante mucho tiempo el “fantasma de la fusión de la isla Española” ha sido recreado por intereses generacionales, nacionales e internacionales, que procuran sembrar y a la vez profundizar las diferencias entre los dos países que la integran y que además son naciones y Estados totalmente distintos.
Dos razones pueden mover a los promotores del “fantasma de la fusión de la Española”: el desconocimiento de la historia de la isla y/o malas intenciones contra República Dominicana y la República de Haití. Sobre este último aspecto, es poco lo que podemos hacer. No podemos evitar que hablen cosas negativas de nosotros, aunque sí podemos impedir que éstas sean ciertas.
En cuanto a los elementos que nos definen como país, Estado y nación, es necesario hacer las siguientes precisiones con el propósito de despejar dudas sobre la fusión imposible de la isla Española.
República Dominicana y Haití son dos países distintos, incuestionablemente definidos por los puntos geográficos claramente delimitados a través de los tratados fronterizos firmados y ratificados en distintas ocasiones. Los rasgos de estos dos países en materia económica, poblacional, estadística y de riquezas naturales son vistos de manera distinta y como un todo dentro del territorio correspondiente a cada uno, lo que entrega a ambos, características indiscutibles de países independientes.
El concepto “Estado” da el carácter jurídico y político a un determinado territorio, estableciendo un ordenamiento institucional que garantice la plena convivencia de sus habitantes.
Por otro lado, cuando hablamos del concepto “nación” hacemos referencia a los aspectos antropológicos y étnicos de grupos humanos con vínculos comunes que los une.
Como se evidencia, tanto República Dominicana como la República Haitiana tienen las características propias, individuales e históricas de dos países, naciones y Estados, con origen, presente y futuro totalmente distintos.