Una generación de jóvenes  desinteresados 

Una generación de jóvenes  desinteresados 

La falta de autoridad por parte de los padres y educadores, sumada a una cultura social que propone el placer como fin supremo de la vida, está originando una generación de adolescentes desinteresados por su futuro y lo que les rodea y sin motivaciones vitales, advierten algunos expertos

Amor por el aprendizaje. Pasión por los desafíos. Ganas de hacer cosas nuevas con interés y diligencia. Un estado de ánimo que empuja a descubrirse a uno mismo, a los demás y al mundo.

Así definen algunos psicólogos a la motivación, una cualidad vital para el crecimiento y desarrollo de la persona y que puede ser más importante que la habilidad innata para determinar el éxito en la vida.

Pero esta actitud mental positiva se está desvaneciendo en muchos jóvenes que parecen haber perdido el rumbo. Y la única referencia que tienen a mano, el hedonismo que proclama el placer como objetivo máximo de la existencia, parece ser insuficiente para indicarles el camino a seguir.

¿Son los adolescentes actuales demasiado indiferentes ante las cuestiones que importan o se debaten en la vida social? ¿Cuáles son los trastornos que más les afectan? ¿Cómo se puede intervenir para ayudarles a atravesar esta difícil etapa y crecer? Son las preguntas que se hacen muchos padres y profesores, al ver la desmotivación de sus hijos y alumnos.

Actitud mental

– Muchos padres y profesores se preguntan si son los adolescentes actuales demasiado indiferentes ante las cuestiones que importan en la vida.

– La actitud mental positiva se está desvaneciendo en muchos jóvenes que parecen haber perdido el rumbo.

-“Hay muchos jóvenes desmotivados, con problemas con las normas, que son indiferentes a todo y con vías de escape como el alcohol y los “porros” (cigarrillos de cannabis)”, explica una terapeuta ocupacional.

Sin autoridad, sin límites
“Aún teniendo en cuenta la difícil etapa que supone la adolescencia, en la que hay que transgredir para crecer, los jóvenes actuales tienen rasgos comunes que, aunque se consideran normales, no son propios de la edad sino provocados por las corrientes sociales imperantes”, señala la terapeuta ocupacional Ayelén Losada Cucco, del Centro Marie Langer.

“Hay muchos jóvenes desmotivados, con problemas con las normas, que son indiferentes a todo y con vías de escape como el alcohol y las drogas, ha explicado esta especialista, en una reunión organizada por el Aula Europea de Enfermería.

Para Losada Cucco estos comportamientos están provocados en gran parte porque los adultos, desde la familia y en el colegio, no les proporcionan la contención que necesitan, al haber pasado de un modelo autoritario del “no por el no”, a una excesiva permisividad en la que el niño es el que decide.

“Los padres y profesores están muy vacíos de autoridad y eso no se les reporta los límites necesarios para crecer”, ha señalado.

Según esta experta los adolescentes están influidos por indicadores de la sociedad, como el excesivo individualismo, el hedonismo y una cultura que no fomenta el esfuerzo.

El individualismo, el convencimiento de que “todos somos diferentes y todos somos válidos”, hace seres más intolerantes, con interés únicamente por “ellos y los suyos” y con rechazo hacia “los de otro instituto, otra clase, otra edad…”, añade.

En cuanto al hedonismo, es decir, la satisfacción inmediata de los deseos, Ayelén Losada asegura que el hecho de tenerlo “todo” fácilmente dificulta la adquisición de la capacidad de esfuerzo.

Según ella, la exigencia de esforzarse tampoco esté presente en el sistema educativo, pese a que es una condición imprescindible para aprender, igual que la capacidad de espera, la tolerancia a la frustración y la idea de proceso.

“Vivimos en un mundo en el que todo es inmediato.

Se ofrece aprender inglés en tres meses, adelgazar en una semana… la cultura audiovisual tampoco ayuda a tener una noción de proceso y aprendizaje”, cuenta.

Como recomendación a los padres para ayudar a que sus hijos lleguen a ser unos adolescentes sanos y felices, señala que el proceso de crecimiento implica un camino de desprendimiento de los padres, y debe ir desarrollándose desde el día que el hijo nace y a lo largo de toda la infancia.

Por eso, “no conviene frenar a los niños a hacer las cosas a medida que sean capaces.

Una excesiva protección no es buena. Muchas veces se cae en la contradicción posterior de exigir a un adolescente que haga el cambio de golpe porque se le considera mayor”, sostiene.

 EFE/Reportajes

Publicaciones Relacionadas

Más leídas