Cada día las noticias de violencia, asesinatos y vejámenes contra los demás copan los titulares de los medios.
Pareciera que este tipo de actos impera cada vez más frecuente en la sociedad, llegando al punto que las personas han perdido la capacidad de asombro.
Recientemente el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) António Guterres, llamó a alzarse contra la “normalización del odio”, que afirmó procede de un resurgimiento de la “amenaza neonazi” en todo el mundo y en internet.
Guterres se manifestó en esos términos durante un tributo a las víctimas del Holocausto.
“Importa lo que dicen los líderes. Importa qué tipo de ejemplo ponen los funcionarios públicos, desde alcaldes hasta ministros o jefes de Estado”, indicó Guterres, quien pidió “no ser espectadores cuando las vidas y los valores están en juego”.
Zuleyma Rosario, psicóloga clínica y terapeuta familiar asegura que “es evidente que en las últimas décadas se han vuelto frecuentes en nuestra sociedad, los crímenes y actos vandálicos. Sin duda alguna, estamos frente a una sociedad con unos niveles de tolerancia muy bajos lo cuál genera frustración y termina en los actos de agresividad y violencia”
Detalla que este tipo de comportamiento de cada individuo se origina en la forma de pensar del ser humano y cómo interpreta su realidad vivida.
“Pudiéramos decir entonces que la forma de pensar de muchos, está muchas veces orientada de forma individualista y por ende egoísta, propiciada en gran medida por la pérdida de valores y la desintegración familiar frecuente en muchos hogares”, asegura.
La especialista sostiene además que las exigencias de la vida actual han provocado que muchos padres de forma inconsciente sean permisivos y tolerantes en cuanto a forjar en sus hijos el sentido de responsabilidad, honestidad y sacrificio, mandándoles el mensaje de que la mejor vía es la más rápida y la más fácil sobre la base de la no consecuencia de sus actos, la comodidad y el automerecimiento sin dejar de lado el patrón de apego inseguro que proviene de progenitores emocionalmente ausentes y carentes de afectividad.
“Lo expuesto anteriormente deja como resultado individuos fríos que no poseen la capacidad para relacionarse sanamente con su entorno, irritables, egocéntricos e intolerantes”, advierte Rosario.
Otro aspecto que refuerza lo anteriormente dicho es la cantidad de información muchas veces no filtrada a la que se tiene acceso, la cual frecuentemente muestra una “realidad” inalcanzable para muchas personas y que las lleva a desarrollar un sentido de competencia insana sobre la base de una autoestima alimentada por el “tener” más que por el “ser”.
“Entonces estamos frente a individuos de un yo frágil y con muy pocos recursos emocionales, que en el momento de sentirse vulnerados, en posición de derecho a causar daño o retados ante situaciones que pueden percibir como “amenaza” de sus intereses pueden reaccionar de forma irracional, fría y violenta”, discierne la especialista de la conducta.
Para la socióloga Tahira Vargas García, la sociedad dominicana ha estado muy marcada por la intolerancia a lo largo de la historia.
Especifica que la sociedad tiene unos altos niveles de intolerancia hacía la diversidad en términos religiosos, étnicos, población haitiana, así como la diversidad sexual y de género.
“Pienso que ha habido sectores de poder tanto políticos como religiosos y algunos medios de comunicación que han favorecido o promovido la intolerancia hacia las personas diferentes”, asegura Vargas.
Sostiene que la intolerancia de la sociedad no es espontánea, es algo que ha sido dirigida desde la época de Rafael Leonidas Trujillo.
“Los grandes sectores de poder apelan a la sensibilidad de la población, a los sentimientos, para sembrar la intolerancia y esto genera que las personas tiendan al rechazo de lo que consideran diferente”, explica.
En cambio, por otro lado, están las nuevas generaciones con población joven que están promoviendo la tolerancia, la diversidad; es una sociedad que se debate en estas tendencias.
Sobre las declaraciones del Secretario de la ONU, Vargas señala que es un llamado importante y que la sociedad dominicana debe promover campañas de aceptación, tolerancia y reconocimiento de la diversidad.
Estas mismas campañas deben estar enfocadas en el reconocimiento de los derechos de las personas consideradas distintas, que es básicamente promover la democracia.
“Necesitamos trabajar las campañas de solidaridad y reconocimiento hacia los demás”, concluye la socióloga Vargas.