El pasado 13 de abril, mediante un urgentísimo mensaje se convocó a una Cena de Despedida del Representante de la Oficina Comercial de la República Popular China en República Dominicana, Sr. Li Dong. La urgencia, según me enteré, era porque en el plazo de una semana le avisaron que regresara a Beijing para recibir un nuevo destino diplomático.

Palabras fueron dichas en cantonés y en mandarín, traducidos para los domínico-chinos presentes. Como no se dijo ni una palabra en español, pretendo resumir el sentimiento que embargó esa noche a los presentes. Ya que el Sr. Li Dong era el tercer representante de la República Popular en el país.

Sin mucho ruido, fue muy eficiente para limar las diferencias con la República de China, como para que estuvieran presentes representantes de ambas Chinas en los actos festivos. También fue motor para la constitución de una Cámara de Comercio que enlace a los empresarios dominicanos que hacen negocios con China Popular. Y, con mucho empeño, envió a varias decenas de domínico-chinos a visitar sus ancestros a la tierra de nuestros padres y abuelos.

En mi caso, tuve el honor de ser invitado a la celebración por el 60 aniversario de la instauración de la República Popular China, sobre los que reseñé en este periódico Hoy en su momento. A partir de ese viaje, publiqué mi libro “China: ¿el futuro de la globalización?”, que tuve ocasión de ponerlo en circulación en el Ateneo Dominicano con la presencia del  representante, Sr. Li Dong, y con la presentación de la Sra. Rosa Ng, actualmente la representante de la Oficina Comercial de la República Dominicana en Beijing.

Por lo tanto, es significativo que las palabras del Sr. Li Dong en la cena de despedida a mí fueron: “Siga escribiendo sobre mi país”. Una muestra de su preocupación por la divulgación de la cultura, el comercio y la identidad china en estos lares. Un esfuerzo de acercamiento de nuestro pueblo.