Luchar decididamente en favor de la libertad y en contra de los abusos ante regímenes intolerantes y de mentalidad totalitaria siempre ha sido un gran reto que expone a persecuciones y potenciales riesgo de muerte a quienes asumen semejante tarea.
Además de valentía personal, el gran mérito de quienes emprenden esa batalla, generalmente desde posiciones de indefensión y desigualdad, es que sus convicciones han sido tan firmes que no pueden ser doblegadas por ningún tipo de amenazas.
Las dictaduras y gobiernos de extracción democrática que actúan en base a actos abusivos y de fuerza conocen perfectamente, junto a los esbirros que utilizan como perros de presa, que la intimidación no es un mecanismo aplicable a personas de ese coraje, y de ahí que en esos casos traten de imponer la ley del silencio mediante torturas y asesinatos.
Gladys Gutiérrez viuda Segarra, cuyo fallecimiento ha causado honda consternación en la sociedad dominicana por su rectilínea trayectoria de luchadora revolucionaria, comprometida con la libertad y las mejores causas nacionales, es un ejemplo de cómo la mujer dominicana ha contribuido a la defensa de las libertades públicas, más allá de objetivos angostos o particulares.
Ese sentimiento tiene particular impacto en el segmento de la población femenina, ya que trazó con gran entereza personal y aportes trascendentes el camino a seguir en el papel protagónico que toda sociedad sensible y amante de la libertad debe jugar en pro de un país más justo, solidario y respetuoso de los derechos humanos.
Mujer de un firme carácter y de lineamientos basados en principios, tuvo una larga y ardua lucha contra una enfermedad que finalmente terminó doblegándola.
Pero lo que jamás declinó en ella fue el compromiso y fidelidad con sus ideas y objetivos fundamentales de su dilatada existencia. Abatida por el fuerte percance de salud, pero lúcida hasta el último momento, nunca se desconectó del acontecer social y político del país.
Fue en cada una de esas esferas donde Gladys Gutiérrez se destacó, aportando enfoques provechosos y sin vacaciones, siempre en primera fila ante cualquier amenaza de opresión y en contra de la libertad.
Con admirable temple personal logró sobrevivir durante el gobierno de los 12 años del presidente Joaquín Balaguer, al padecer persecuciones y atropellos junto a su esposo Henry Segarra Santos, dirigente del 14 de Junio y del Movimiento Popular Dominicano, que fue asesinado durante ese período por fuerzas represivas que trataban de eliminar a los movimientos liberales y de izquierda que se oponían al régimen.
Dama sensible y consciente, se esforzó siempre en afianzar conquistas trascendentes en favor de la mujer y por la igualdad de derechos y de género desde el Ministerio de la Mujer, entidad que dirigió desde su creación durante el primer período de gobierno del presidente Leonel Fernández, en 1996.
Gladys Gutiérrez supo adaptarse a los nuevos tiempos y realidades de la vida dominicana y gracias a ello pudo aplicar el principio fundamental de que para crecer y desarrollarse en materia institucional y democrática, es necesario comprender los procesos y marchar al ritmo de los cambios de necesidades y oportunidades.
Imbuida de esa visión tuvo una larga y fructífera trayectoria en el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), que le tributó una emotiva despedida, tras destacar sus grandes cualidades humanas y sociales.
El país ha perdido a una gran mujer que deja un amplio legado y que merece ser emulada como tributo permanente a su memoria de incansable luchadora, que dio ejemplo de dejar de lado el particularismo para estar al lado del compromiso social, apoyando siempre a los más débiles y sufridos.