Una gran novela llamada Libertad

Una gran novela llamada Libertad

Como ocurre con la mayoría de los textos importantes en todas las épocas, la novela Libertad, de Jonathan Franzen, creó controversias al momento de su aparición; nació en una cuna de elogios, pero también ha recibido críticas despiadadas de parte de algunos críticos y opinantes.  Sin embargo, la mayoría de los comentarios la elogian, y los lectores la han convertido en un fenómeno de lectoría en todo el mundo, incluso en España fue seleccionada por los lectores como la mejor novela el año pasado y el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, le dedicó un amplio comentario en una de sus alocuciones radiales.

De entrada, las obras que vienen catapultadas por esas campañas mediáticas, por ese gran padrinazgo de críticos y mercado, suelen causar resquemor en los lectores avezados, en aquellos que se forman un juicio de una obra solo después de haberla leído. Pero en ese caso su fama y fortuna están más que justificadas, a pesar de las voces disonantes.

Algunas estocadas en el ego de Franzen.  “Porque eso es lo que ocurre con Libertad, una novela escrita magistralmente que se convierte en una nadería, en una sucesión intrascendente de acontecimientos mínimos e insustanciales”. Este juicio forma parte de una larga y ácida crítica, al mejor estilo de Giovanni Di Pietro, que lanzan a Libertad en un blog llamado El Lector Herido. Pero ese aserto entra en una gran contradicción, porque dice: una novela magistralmente escrita. Y si está magistralmente escrita su autor ha logrado lo más difícil de este arte: escribir magistralmente. Además, cuando un autor logra escribir magistralmente sobre banalidades no hay más remedio que admitir que ese sujeto es eso, un maestro.

Según Norman Walser, que tiene un blog de temas literarios, Libertad “Es una gran mierda de novela. Aburrida y sin sustancia”. Acontece que en algunos casos a la novela se le ha sobreestimado su valor, y se pretende que un género literario se convierta en la panacea que cura todos los males del alma humana. Nada más equivocado, porque una novela no es más que una historia bien contada, y la buena literatura eso es lo que hace: contar historias humanas con un alto poder de persuasión, al punto que cuando el lector se adentra en sus páginas tiene la sensación de que los hechos que le cuentan sucedieron así o pudieron suceder así, no importa que se trate de novelas fantásticas  como La Metamorfosis, de Kafka, o de Pedro Páramo, de Juan Rulfo.

Qué nos cuenta Libertad.  Jonathan Franzen intenta realizar un fresco, un retrato de la clase media estadounidense contemporánea tomando como microcosmo a varias generaciones de una misma familia. Los personajes, las situaciones que refiere abarcan desde los ochenta hasta nuestros días. Sus principales personajes viven las amarguras, las dichas, los vaivenes, las pesadillas y los sueños de la clase más numerosa en esa sociedad. Y Franzen lo logra de manera inmejorable.

Personajes muy bien elaborados.  Los novelistas de alcurnia son aquellos que logran hacer perfiles humanos  a sus personajes que en todo momento transmiten la percepción de que esos sujetos creados a partir de signos gráficos son reales, de carne y hueso. En Libertad tenemos a Walter Berglund, el que podría ser considerado el personaje principal, un hombre entrando en los albores de la primera madurez que sufre las vicisitudes de un padre de familia que no ha conseguido que su vástago se parezca a él, a pesar de que desde un principio se propuso que fuera una especie de álter ego suyo. Es un idealista amante del conservacionismo que al final termina siendo aplastado por los grandes intereses que explotan los recursos naturales para hacer fortunas. Es un hombre apegado a valores tradicionales, como la amistad, y su mejor amigo, compañero de la universidad, termina yéndose a la cama con su esposa. Es un hombre que ante todo quería mantener a flote un matrimonio disfuncional.

Patty Berglund, esposa de Walter, es una deportista en su  juventud y luego  un ama de casa que padece los peores traumas de que adolecen muchos matrimonios. Hija de una política muy importante de New York, es la mujer insatisfecha, que recurre al alcohol para intentar darle sentido a su existencia.

Joey es el hijo de Walter y Patty. Es un personaje que en principio aparece como una sombra de los otros, pero luego toma fuerza y termina siendo  uno de los personajes más queridos-odiados de la novela.

Está el músico Richard Katz, un hombre que no encuentra su lugar en el mundo, el compañero de cuarto de Walter en la universidad, con quien Patty tiene una aventura que le cuesta la ruptura de su matrimonio con Walter.

Los temas de Libertad.  Las grandes novelas tratan, casi todas, los mismos temas. En este caso esa cotidianidad que abruma a una clase media obligada a producir mucho dinero, a ser exitosa, a pensar en un retiro dorado, a amar y ser amada, a vivir los avatares de la política exterior estadounidense, a ser un paradigma en las empresas.

La política, el conservacionismo, el engaño, el perdón, la reconciliación, la crítica al sistema y a personajes como Bush y Dick Chiney marcan las casi setecientas páginas de Libertad.

Técnicas literarias en Libertad.  Una de las características más memorables de este texto es el manejo magistral del tiempo. Franzen da cátedra de cómo se rompe el espacio temporal en la novela. Se mueve del pasado al presente, del presente al pasado sin que el lector lo note. Igual acontece con los narradores. El narrador es uno de los puntales más importantes en una novela; y dependiendo del talento del escritor a la hora de elegir quién cuenta la historia logrará altos o bajos niveles de persuasión o verosimilitud, lo que hace que una obra sea un adefesio o una buena novela. Franzen hace una mezcla de puntos de vista del narrador y su novela a veces luce decimonónica y en otras ocasiones es moderna e incluso posmoderna.

Escuela para escritores.  Libertad enseña al escritor qué es una novela, sin datos escondidos, sin artificios para sorprender, sin un lenguaje ampuloso o rebuscado. Incluso, Franzen se permite momentos de un fulgurante humor. Sus diálogos a veces alcanzan elevadísimas cotas de calidad y dramatismo, y eso debe aprenderse en textos como Libertad. Es cierto que al principio su lectura es un tanto pesada, pero cuando se le toma el gusto mejora con cada página.

Libertad es una fuente en que todo escritor debería abrevar, si aspira a crear una buena novela. Es una obra que hace que uno se intimide a la hora de escribir, pero al mismo tiempo inspira, motiva, no importa que algunas voces hayan acusado a Franzen de cursi, anodino, aburrido e incluso de pésimo escritor. Las debilidades que tiene esta novela no hacen más que confirmar la teoría de que la obra perfecta no existe, aunque algunas se acerquen a ella, como Libertad.

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