Una hembra ventanera

Una hembra ventanera

FEDERICO HENRÍQUEZ GRATEREAUX (IV)
– ¿Es usted José Ismael Cuéllar?  Tengo mucho gusto en conocerle; me han dicho que usted es un experto en los recovecos de la ciudad colonial.  Estoy interesado en conocer los sótanos de algunas casas del siglo XVI, en ver los planos de las cloacas antiguas y, sobre todo, quiero conocer las ventanas altas de las viviendas de dos pisos ¿Podría ayudarme?

– En este momento, no; tendría que esperar hasta el fin de semana, pues debo viajar a una ciudad del interior del país. Pero conozco a una muchacha, amante de un periodista de quien soy amigo, que sabe el sitio exacto donde duerme el diablo. Ella es historiadora; es una joven muy delgada de aspecto enfermizo. Se llama Rosa.

– Sería muy agradable tener una entrevista con esa muchacha flaca; supongo que debe ser la misma que habló durante la primera reunión que hubo en la plaza del alcázar; ¿Podría usted acompañarme la próxima semana a las inspecciones directas de las ventanas? He seleccionado seis ventanas especificas; por sus posiciones privilegiadas podrían ser miradores de hembras ventaneras. Falta ver si el viento acerca las conversaciones lejanas.

– Al parecer usted está empecinado en conectar a un poeta muerto hace treinta años, con ventanas de reputación mágica y mujeres de hoy. Creo que usted concede un valor excesivo a la fantasía y a las ocurrencias de un artista caprichoso, tal vez un poco excéntrico. No debería fundar grandes esperanzas sobre bases tan deleznables.

– El arqueólogo y helenista alemán Enrique Schliemann descubrió las ruinas de Troya guiándose de La Iliada; en general, de los poemas homéricos. Homero puso en hexámetros una viejísima tradición compartida por los griegos. Schliemann utilizo los versos de Homero del mismo modo que un historiador se vale de documentos antiguos del archivo de una iglesia. Sin el poeta Homero no hubiera descubierto nunca la ciudad de Troya. El arqueólogo judío Yigael Yadin orientaba sus investigaciones, en Masada y en Jericó, sobre la base de los textos bíblicos. El Antiguo Testamento, un conjunto de libros religiosos, sirvió a Yadin para localizar o descubrir piezas valiosísimas en varios yacimientos arqueológicos de Israel. Los obreros que hacían las excavaciones huían despavoridos cuando tocaban restos humanos previstos o anunciados por Yadin. Los poetas y los religiosos no están fuera del mundo. Un inveterado prejuicio nos lleva a no confiar en profetas; pero, en cambio, nadie puede negar que los poetas producen «textos profanos», embellecidos si se quiere por la imaginación, por recuerdos imprecisos o seleccionados. Una interpretación puede deformar la realidad pero no anularla.

– Rafael Américo Henríquez afirma en su famoso poema: «porque los hombres marchan sobre los mares, y sobre la tierra, y sobre los sueños que sueñan». Nos informa además el poeta que existen dos clases de lagrimas: «Lagrimas caedizas y lagrimas que no se lloran». Según parece, estas ultimas son las lagrimas retenidas, guardadas en el fondo de la persona, para que nadie conozca nuestros dolores más íntimos. La hembra ventanera tenia que ser imprecisa, sin contornos de claro dibujo. Y por eso nos dice: «Una luna que no diese lugar a confusión, que fuese luna sin dar barruntos de ser otra cosa le vendría mal a Rosa de Tierra». Rosa de Tierra es una creación artística; no un medicamento ni una carta de crédito.

– Creame, un inocente poema, silábico y sonoro, puede conducirnos hasta realidades que no son verbales; los poetas abren puertas para pasar de lo ideal a lo concreto, de lo matemático a lo geométrico, de lo inasible a lo corpóreo.  Día llegará en que a través de un verso bien hecho se podrá realizar un hemográma del poeta que lo escribió; y sabremos entonces si Bécquer estaba anémico, si Homero fue un hombre bien nutrido. Después que las obras poéticas alcanzan existencia colectiva son más importantes que los artistas que las crearon; y más reales que sus autores. Don Quijote, sin dudas, es una entidad humana con mas significación que el propio Cervantes, que invento el personaje. Rosa de Tierra podría incrementar el volumen de turistas europeos en la ciudad de Santo Domingo. A las gentes les gustan las hembras ventaneras.

– Por favor, deje esas especulaciones a un lado y limítese a los hechos físicos. ¿Por cual ventana quiere empezar? Tenemos la ventana del notario Francisco Tostado de la Peña, fallecido en 1586 durante la invasión de Drake, el corsario inglés  Pero hay otras ventanas; de casi todas se conservan historias parecidas a la de su hembra ventanera. Hay una ventana a la cual se asoma, en cuaresma, un cura sin cabeza. Está la «casa del tapado», donde vivió un sujeto misterioso y encapuchado del que no se sabe si era un leproso o un hermano gemelo del rey de España. Esa tiene cuatro ventanas y es una casa de esquina. Conozco, desde hace quince años, al dueño actual del inmueble.

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