Una historia circular -II-

Una historia circular -II-

La Guerra de Restauración no fue un suceso unívoco; al tiempo que una guerra contra los colonizadores fue una guerra civil asordinada. Familias dominicanas de ascendencia española, radicadas en Santiago, emigraron a Puerto Plata al estallar el conflicto armado. Otras familias, en Santo Domingo, señaladas por su “hispanofilia”, decidieron embarcarse y partir al exterior, antes que sufrir “vejaciones” a manos de los restauradores. En esta misma situación se encontraban los dominicanos conservadores que apoyaron la anexión a España en 1861. El general Pedro Florentino dirigió diversas “represiones” contra familias “españolizadas”, en Baní, en Azua, e incluso en Barahona. También hubo en la Guerra de Restauración una porción de racismo disimulado o encubierto.

Y además, agresiones contra los militares que forjaron la independencia en 1844, que lucharon por ella hasta 1856. Varios generales dominicanos murieron combatiendo a favor de las tropas españolas. Ese fue el caso de Juan Contreras, quien murió a manos del general restaurador Olegario Tenares. Un ejemplo extraordinario es el del banilejo Máximo Gómez, que viajo a Cuba, conquistado por José Martí, donde peleó contra los españoles que antes había defendido en Santo Domingo. Con todo esto queremos decir que la sociedad dominicana de aquella época era una colcha de retazos, en la cual no existía una clara voluntad común.

Balaguer aprendió, siendo muy joven, estos detalles de la historia dominicana; sabía muy bien que éramos una “nacionalidad vacilante”. Antonio Abad Alfau y su hermano Felipe huyeron a Cuba, a pesar –o a causa- de su vinculación con los patriotas de la agrupación secreta La Trinitaria. En todo momento la comunidad dominicana ha sido una sociedad dividida, integrada precariamente por obra de la fuerza. No podemos afirmar tajantemente que Balaguer pensara esto o aquello, si él mismo no lo ha declarado taxativamente; pero podemos colegir, a través de sus escritos didácticos, de sus actos durante el gobierno de Trujillo, de algunas tareas que se impuso, sus opiniones sobre la conducta de los dominicanos de cualquier clase social.

La famosa Matrícula de Segovia, en 1856, fue un procedimiento consular para que los dominicanos pudieran “recobrar” su nacionalidad española. A lo largo de nuestra historia muchos políticos se han “inclinado”, sucesivamente, por España, Francia, EUA, Rusia, Haití.

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