Una historia circular

Una historia circular

Los enemigos políticos del doctor Joaquín Balaguer han tenido que reconocer que este hombre solitario ahondó, por su propia cuenta, en el estudio de la Guerra de Restauración; en épocas en las que no disponíamos de relatos históricos escritos con objetividad, cuando aún no se practicaba una rigurosa critica de las fuentes, Balaguer escudriñaba a esos que llamaba “próceres escritores”, muchos de ellos actores apasionados de nuestra política. Por eso no dejaba de leer al general José de la Gándara. Para conocer una historia hay que examinarla desde los dos lados de la calle en disputa. “Anexión y guerra de Santo Domingo” es un texto imprescindible para entender la guerra restauradora. Es la versión española de la contienda.

Balaguer no idealizaba esta “guerra de los dominicanos”, a pesar de que puede ser llamada con justicia la epopeya de una nacionalidad incipiente. De esa guerra, en la que participaron todas las clases sociales dominicanas, surgió la Segunda República y, además, el caudillismo que la ensangrentó hasta el fin del siglo XIX. Ese caudillismo, que produjo guerras intestinas, procedía de la misma fuente heroica que pugnaba por dar fundamento a la nacionalidad. Nuestros primeros historiadores fueron, a la vez, protagonistas de nuestras luchas. Don José Gabriel García –patriarca máximo de la historia dominicana- es también un actor político. Él “repartió” premios y castigos entre los generales y presidentes de la historia republicana.

Con frecuencia los “galardones” otorgados fueron de carácter moral, como en los casos de Billini y Espaillat, quienes lograron pocos adelantos en el orden civil, en la organización administrativa del país. Balaguer escribió un áspero artículo contra el historiador Bernardo Pichardo en el cual censura: omisiones graves, como es el caso de Santiago Guzmán Espaillat; afirmaciones sin base documental; expresiones excesivas, arbitrarias, inexactas. Balaguer concluye en que el manual de historia de don Manuel Ubaldo Gómez era un escrito superior a la “historia patria” de Bernardo Pichardo.

Sin embargo, durante la última década de la dictadura de Trujillo esta obra fue texto de lectura obligatoria en las escuelas de educación primaria. Podemos decir que la información histórica de Balaguer superaba con creces la de gran parte de los intelectuales que apoyaron el régimen de Trujillo.

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