Una historia en 350 palabras y algunas notas musicales

Una historia en 350 palabras y algunas notas musicales

José Mercedes aprendió a cantar primero que hablar. Desde los 11 meses hacía esfuerzos por entonar a coro, junto a su madre, las canciones de cuna que ésta le susurraba.

Su infancia la pasó entre melodías y ritmos, los cuales se inventaba e incorporaba a su mundo de fantasías. A los cinco años fabricó su primer instrumento que, colocado entre sus piernas, dejaba de ser una lata de salsa de tomate vacía para convertirse en bongó. Todas las tardes, después de hacer sus tareas escolares, daba un concierto. Tocaba al compás de los temas de Inocencio Cruz y José Manuel Calderón.

A los 11 años tuvo que trabajar para ayudar a su madre. Cayó en las manos de un zapatero, de quien fue ayudante. El obrero de calzados tenía una guitarra que le observaba martillar, en espera de ser tocada. Con aquel instrumento José Mercedes aprendió un beguine, y luego la canción “Muero contigo” de Rafael Encarnación.

La oportunidad de ingresar a una academia superior de música le llegó con los 15 años. Allí bebió de los conocimientos básicos de la música. Pero su estadía en ese centro de estudios fue corta, porque fue expulsado por intentar ejecutar en el piano la version de “Chiquitita” que hizo Leonardo Paniagua. Posteriormente tuvo que abandonar la escuela para dedicar más tiempo al trabajo. Tenía que mantener a su madre que ya no podía trabajar por causa de una enfermedad. No obstante, continuó aprendiendo a tocar la guitarra empíricamente.

Hoy José Mercedes es un artísta famoso, aplaudido por muchos, y vetado por otros. Ha grabado cinco producciones, de las cuales tres son discos de platino, en la ciudad de Nueva york y en el país. Reportes internacionales hablan de la aceptación que empiezan a tener sus canciones entre la comunidad dominicana de España.

Ya no es José Mercedes. Ahora se llama Joseph Martin, un cantante que entre glories y fortunas, trata de superar la calidad de su propuesta, para poder cautivar a la franja de gente que lo rechaza. Gente que le llama “Bachatero” en tono despectivo, como si fuera un delito serlo.

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