Una idea para los agravistas

Una idea para los agravistas

PEDRO CARO
En reiteradísimas  ocasiones se ha examinado con alarmante preocupación y rotunda razón las emigraciones de los dominicanos del campo hacia las zonas urbanas, y hasta se ha llegado a decir que esa actitud contribuye al agravamiento de incontables problemas que se generan a partir del extendido marco de la pobreza que es la principal característica en las barriadas de nuestras principales ciudades.

Si esto es un gran inconveniente, como lo es, especialmente porque la mayoría de estos emigrantes del campo son trabajadores agropecuarios, hay otras migraciones, minúsculas, pero favorables, que pueden y deben ser propiciadas mediante negociaciones en buena lid, y que servirían para contrarrestar emigraciones que se consideran desfavorables.

Los proyectos habitacionales de los que acostumbra a construir el Gobierno en los últimos años, y que se componen de numerosos edificios de hasta cinco plantas, se prestan para hacer acuerdos sustanciosos en beneficio de la adquisición de terrenos para el seguimiento de los asentamientos en la Reforma Agraria. Negociaciones con todas las de la Ley, como se dice.

Aquí el diálogo socio-político siempre ha sido precario. Por  qué no nos atrevemos los dominicanos a proponernos transferencias de cosas buenas, reciprocidades bienaventuradas que viabilicen y acomoden nuestro mutuo existir?

Si a nuestros grandes cascos urbanos no conviene la arrabalización y el irrespirable hacinamiento de que tanto se lamenta las esferas de opinión sobresalientes, las grandes ciudades por la vía del gobierno central y con la colaboración de los ciudadanos pudientes cuentan con una buena y factible opción para desenvolver soluciones precisas a los citados trastornos urbanos.

Se trata de permutar porciones de urbanizaciones apropiadas al efecto, y hasta de proyectos habitacionales íntegros, a cambio de determinadas extensiones de terrenos ubicados en el ámbito rural y que ofrecen condiciones apropiadas para el desarrollo de proyectos agropecuarios parcelarios. Por lo menos es factible que ese tipo de convenios sea exitoso en lo atinente a las habilitaciones físicas aptas para el comercio y otros activismos que forman parte de dichas construcciones. Hasta pueden ser construidas especialmente para surtir de irregateable eficacia la oferta de permutar bloques de edificaciones y plazas esteras por porciones de grandes fincas y fincas enteras. Hemos dicho que hay terratenientes enamorados de su propiedad rural; terratenientes con ambición desmedida por la tenencia de las tierras y terratenientes que simplemente no alcanzan a ver lejos y de espalda a sus haberes en terrenos, a veces incultivados o yermos por décadas.

Este tipo de permutas alentarían a muchos señores de la tierra agrícola y pecuaria a venir a establecer nuevos hitos de vida y desenvolvimiento en la metrópolis capitaleña y en otras ciudades muy adelantadas del país, indicadamente aquellos terratenientes que ya tienen sus hijos residentes en las zonas urbanas y hasta en ciudades del exterior.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas