El que dice que en la iglesia no se goza, que té claro, no tá en la cosa. Ese estribillo del rapero Cándido Bierd resume el júbilo de los jóvenes católicos por los efectos del trabajo contra el analfabetismo, la drogadicción, el pandillerismo, la prostitución, el embarazo temprano… Es el gozo de ser útiles, de transformar su entorno.
Desde una multiplicidad de espacios, la faena tiene un mismo objetivo, llamar la atención de la juventud y mostrarle un camino de formación, de convivencia, para que asuma una opción distinta a los flagelos que horadan su integridad. La lucha abarca al sexo precoz, consumismo, violencia… Entre los marginados está enclavada la acción de estos muchachos.
La Pastoral de las Artes, por ejemplo, evangeliza con música, teatro, danza, declamación, pintura y predica con el ejemplo, monta presentaciones pro recaudación de fondos para distribuir juguetes y suplir alimentos a familias carenciadas y a encarcelados.
“La misión en los barrios es aceptada, ya que tenemos la oportunidad de llevar un mensaje fresco por medio de la música, rap en valores y lleno del Espíritu Santo. Ya tenemos 15 años de servicio y evangelización”, explica Bierd, del grupo de rap Militantes del Señor.
Nació y vive en Invivienda, Santo Domingo Este. Allí empieza su trabajo, que extiende sus ramas a otras zonas, como escuelas y liceos con un programa que acelera el aprendizaje en adolescentes vulnerables y en prisiones y reformatorios, donde su ministerio mantiene un plan de rehabilitación educativa, en colaboración con otras entidades.
De ese mismo municipio, pero del sector Los Mina, llega Feralt Antonio Vásquez Fernández, productor musical que une los espectáculos con la fundación Amigos para un bien, en una simbiosis de conciertos benéficos y capacitación para fortalecer la familia. El enfoque central es el emprendimiento, la fe y la motivación.
La misión implica tardes familiares y entrega de útiles a estudiantes de escasos recursos en sitios desfavorecidos. Le satisfacen los resultados de este año, porque impactaron la vida de muchos jóvenes con testimonios de superación.
Aunque dificultades latentes siempre habrá, como la falta de apoyo de empresas, salen a flote y su premio es ver cómo florece la alegría cuando llevan música a comunidades que no tienen la oportunidad de pagar un concierto.
¿Mezclar áreas? Feralt asegura que es todo un éxito. El arte es una forma de expresar y de canalizar mensajes poderosos de transformación mental y educativa. En especial la música, la danza y el teatro captan mucha atención y en labor social contribuyen a subir el ánimo, por tanto, el impacto es mayor.
Largo alcance. Los ministerios son muchos y tienen la chispa de una juventud dispuesta a propiciar cambios, como la Pastoral Materno Infantil, en la que colaboran profesionales de la salud física y mental, educadores y estudiantes que orientan a preñadas y madres sobre el cuidado del embarazo y de los niños. Entregan vitaminas y suplementos.
La red de 700 voluntarios va de casa en casa, con un seguimiento tesonero que estimula y amplía la cadena. Yamilka Altagracia Mencía Fabián es parte de esta “brigada” de chicos entusiastas, cuya obra llega a todo el país y la sienten las demarcaciones con más escasez económica y educativa.
Tiene 19 años, reside en la comunidad de Los Suárez y ejerce su voluntariado en Lima, ambas en La Vega. Sobre su tarea cuenta que promocionan las prácticas clave de supervivencia y desarrollo. Una de sus mayores satisfacciones es el aumento de madres lactantes, que mantengan al día las vacunas de sus niños, aprendan a manejar la diarrea y la fiebre y que los lleven al pediatra.
Las familias acompañadas viven en vulnerabilidad y con muchas carencias. Pese a sus limitaciones, luchan por dar lo mejor a sus hijos y librarlos de drogas y violencia, apoyadas por el ministerio.
De esa manera los jóvenes católicos construyen una sociedad más inclusiva, más equilibrada.