Una investigación de Bernardo Vega:
descubrimiento del lugar en que nació
el famoso pintor Teodoro Chasseriau

Una investigación de Bernardo Vega: <BR>descubrimiento del lugar en que nació <BR>el famoso pintor Teodoro Chasseriau

POR ÁNGELA PEÑA
Viajó varias veces a Las Terrenas, entrevistó viejos descendientes de franceses, descubrió basamentos y ruinas en El Limón y luego de una intensa búsqueda en documentos nacionales, se puso en contacto con instituciones parisinas no sólo para dejar establecido el punto exacto de la República donde nació el mundialmente reconocido pintor Teodoro Chassériau sino para relatar el movido discurrir de la familia completa y, al mismo tiempo reunir en una sencilla, pero completa síntesis, la historia de la península de Samaná, desde 1492 hasta el presente.

“Los libros sobre Chassériau escritos en Francia recogen una tradición oral, porque los papeles de la familia se quemaron casi todos, apenas mencionan el acta de bautizo, quién era su padre y el sacerdote que lo bautizó. Se decía que ellos habían nacido en El Limón, en un sitio llamado Petitoa”, cuenta el incansable historiador Bernardo Vega, que acaba de aumentar y actualizar el trabajo sobre Chassériau que le pidieron los organizadores de la resonante exposición con las obras del genial artista.

“Los archivos eclesiásticos dominicanos de Samaná se quemaron en uno de los dos grandes incendios que consumieron el pueblo, pero la familia se llevó el acta de bautizo del pintor, texto que, traducido al francés, ha sido publicado en Europa. Teodoro Chassériau nació el veinte de septiembre de 1819 y fue bautizado en Santa Bárbara de Samaná el veintitrés de noviembre de ese año siendo padrino y madrina sus hermanos Federico y María Antonieta (Presumiblemente Adela), según el certificado de bautizo. El sacerdote que lo bautizó fue el padre Francisco de Paula Mueses”.

Cuando fue al lugar a recoger el testimonio de los antiguos pobladores, recibió de ellos la información de que no ha existido Petitoa, sino Petitón, “que era un señor francés, dueño de esclavos, que negociaba con los barcos que pasaban por el área y era propietario de una finca de cacao”. Comprobó el dato que le reiteraron varios campesinos en la abundante documentación sobre Samaná que publicó Emilio Rodríguez Demorizi “y efectivamente, él recoge un reporte francés de que ya en 1801 el ciudadano Petitón hacía agricultura en El Limón, otro afirmaba que poseía un almacén en la desembocadura del río El Limón y que hacía negocio con los barcos”.

En compañía de los lugareños se dio a la tarea de ubicar el sitio donde vino al mundo el muchacho “y descubrí una serie de cimientos antiguos que evidencian que ahí había una casa hecha de piedras, un gran pozo para guardar agua, un secadero de cacao, un horno, y en ningún otro lugar de ese villorrio aparece ruina de ese tipo. Se confirmó, entonces que ahí, efectivamente nació Teodoro Chassériau”.

A partir del hallazgo, refiere Vega emocionado, el embajador de Francia en el país diligencia la erección de un monumento en homenaje al pintor, evidenciando su lugar de nacimiento. “Está pegadito del río, lo cual confirma, además, que en bote se iba desde el sitio donde están las ruinas actuales, a la desembocadura del río, que queda como a tres kilómetros”.

Destaca el flujo de turistas a Las Terrenas, sobre todo franceses y narra que “hay tantos viviendo allí que decidieron crear una escuela en francés, para sus hijos. Hay noventa y ocho estudiantes, de los cuales noventa y seis son franceses, todas las clases se imparten en francés y la escuela se llama Teodoro Chassériau”.

HISTORIA FAMILIAR

Parte de este relato de Bernardo Vega fue publicado originalmente en el catálogo de las obras de Chassériau editado por el Centro León, en español y francés. Pero ya agregó otros datos y la breve reseña circulará en separata.

“En 1795 nosotros pasamos a ser parte de Francia. Seis años después, en 1801, los esclavos haitianos iniciaron su revuelta para buscar la independencia. En ese momento, la isla entera era francesa. Napoleón, para derrotar a los esclavos manda una flota encabezada por Leclerc, que era su cuñado, pero entre la fiebre amarilla y la valentía de los esclavos los soldados franceses sufren una derrota terrible y los haitianos logran su independencia. Los soldados que quedan se trasladan todos a la parte española, y entre esos que vinieron con Leclerc estaba el padre de Teodoro Chassériau, Benito, que es un individuo que a los diecinueve años de edad ya había estado con las tropas de Napoleón en Egipto”.

Benito conoce a la mulata de catorce años Marie Madelene Couret de la Blagniere, quien había nacido en Samaná en 1791, “hija de un acaudalado terrateniente francés, dueño de esclavos y de plantaciones en Haití, de donde había salido huyendo. Entonces, a Benito Chassériau, que tenía la sexta posición más importante en el ejército, a pesar de ser muy joven, lo agarraron robando dinero de las tropas, lo metieron preso y el padre de la muchacha, para arreglar las cosas se comprometió a pagar la multa de Benito, con tal de que se casaran, pues ya habían tenido relaciones”, agrega Bernardo Vega.

Se casan y el padre de Chassériau, “un hombre en desgracia que había estado preso, decide, junto con su suegro, irse a Samaná y le adjudican una tierra en El Limón, en la costa de Norte de Samaná, pegadito a Las Terrenas, y ahí se establecen y nace el primer hijo de la pareja: Federico. “El propio Benito, en su correspondencia a la cancillería francesa, explica que en El Limón tan solo estuvo dieciocho meses y también cita cómo la revuelta de los dominicanos, encabezada por Sánchez Ramírez, contra los franceses (en la cual Benito no tomó parte) y que se debió a la invasión de España por Napoleón, lo estimuló a pedir pasaporte para trasladarse a Curazao, desde donde se enteró de la rendición de los franceses en Santo Domingo. Los dominicanos fueron aliados de los franceses mientras combatieron a los haitianos, pero devinieron en sus enemigos cuando invadieron a la Madre Patria”, comenta Vega.

Benito Chassériau, “que está en una situación incómoda por ser un ex soldado francés, se va y pasa esos años por las Antillas en una serie de complicadas aventuras: viola una cacica, lo apresan, engaña a unos franceses, es un timador. Un documento de la cancillería francesa afirma que “abandonó a su esposa que después envió de regreso a París”. Luce, según Bernardo Vega, que fue en Curazao donde nació la primera hija del matrimonio, Adela, quien junto a su madre y hermano mayor se irían a París. En Venezuela, Benito estuvo involucrado con Bolívar, así como en expediciones para asaltar las ciudades de Porto Bello y Cartagena. En Porto Bello pudo escapar dando todo lo que tenía a un vigoroso indio quien lo cargó en sus espaldas”.

“Después de tantas aventuras y lograda ya la paz entre España y Francia, dado el derrocamiento de Napoleón, Benito decidió retornar a la finca de su suegro en El Limón, ahí es que nace, en septiembre de 1819, el pintor, que apenas vive dos años y meses aquí porque ya la familia decide regresar a Francia y educar allí a sus hijos que ya tienen diez y doce años”.

Además del discurrir de los Chassériau, Bernardo Vega describe habitantes de Samaná, identifica apellidos oriundos de ese entorno, detalla los franceses que se quedaron en Santo Domingo, habla de los planes de Ferrand para hacer de aquel lugar una ciudad Napoleón con puentes, museos, teatros parecidos a Versalles, refiere los esfuerzos por vender o arrendar la bahía, y consigna la descendencia final de Benito: Alina y Ernesto, nacidos en París en 1822 y 1823, así como el triste final del progenitor, que se suicidó en 1828. Teodoro falleció en Francia, en 1856, con apenas 37 años de edad. Diez años después moriría su madre.

Hoy Bernardo Vega habla impresionado de la presencia francesa en Las Terrenas, donde no sólo está la escuela. “La gran cantidad de franceses que hay ahora en Samaná es lo que está motivando que vayan a ver el lugar donde nació Chassériau”, dice.

Y comenta: “Es decir, que mientras los franceses fueron derrotados por las armas de los dominicanos en Palo Hincado, y tuvieron que irse de aquí, y eran dueños de la península de Samaná, y había ese gran proyecto de la ciudad Napoleón, ahora, con el turismo, tienen otro tipo de conquista, simbólica, digamos. Uno camina por las calles de Las Terrenas y hay una panadería francesa, una carnicería francesa, se consigue todo tipo de comida francesa, que no hay en otro sitio del país. En un sentido simbólico, Samaná ha vuelto a ser francesa…”.

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