Una isla, dos naciones y dos estados independientes y soberanos

Una isla, dos naciones y dos estados independientes y soberanos

1. En la isla de Santo Domingo coexisten dos Estados independientes y soberanos, fundamentados cada uno en una nación con su propia identidad, con fronteras terrestres y marítimas delimitadas y aceptadas: al oriente, República Dominicana; al occidente, Haití.

2. La nación dominicana es el resultado de más de cinco siglos, de un conglomerado humano con razas diversas, que en lucha con el entorno geográfico y geopolítico, se fue afirmando en base a un lenguaje, aspiraciones, creencias y costumbres comunes, dando lugar a una historia y cultura singulares que nos dan identidad propia en el conjunto de naciones del planeta.

3. Los dominicanos –y hay registros que dan cuenta que este gentilicio se utiliza para designar a los pobladores de la parte oriental de la isla desde el siglo XVII y XVIII y sobre todo a partir de la primera mitad del siglo XIX– construimos nuestra identidad en fiera lucha con los Estados que en distintos momentos nos sometieron o pretendieron hacerlo: Inglaterra (1655), Francia (1809), España (1821 y 1865), Haití (en 1844 y años subsiguientes hasta 1856) y Estados Unidos (1924 y 1965).

4. Hoy podemos ostentar orgullosos la nacionalidad dominicana por la determinación y radicalidad de Juan Pablo Duarte y los Trinitarios en producir la independencia nacional y fundar el Estado soberano, libre e independiente de la República Dominicana.

5. La República Dominicana y Haití, están obligados a aceptarse como Estados soberanos e independientes y a mantener relaciones de respeto, de convivencia pacífica y de cooperación en temas que les son comunes, no siendo viable la fusión de ambos Estados y naciones.

El serio problema migratorio.

6. Durante décadas los gobiernos dominicanos y haitianos han permitido que su frontera terrestre sea “tierra de nadie”, desarrollando un intenso contrabando de personas, mercancías, drogas, armas de fuego, entre otros.

7. La República Dominicana enfrenta por décadas una creciente oleada migratoria sin control, sostenida como negocio por una mafia de militares y funcionarios de ambos países, estimulada por empleadores que aprovechan la mano de obra indocumentada. La primera Encuesta Nacional de Inmigrantes de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), en 2012 fijó en 458,233 los inmigrantes haitianos residentes en el territorio dominicano –cerca del 5% de la población dominicana– quienes ejercen una grave presión sobre el empleo, entre otros aspectos.

8. El Estado dominicano tiene la potestad y la obligación de definir su política migratoria, de establecer cuántos extranjeros recibe, de definir una política frente a los migrantes indocumentados, incluyendo la opción de retornarlos a su país, siempre en un marco de respeto de los derechos humanos.

La Sentencia TC/0168/13 del Tribunal Constitucional.

9. En medio del caos migratorio descrito, se produce la sentencia TC/0168/13 del Tribunal Constitucional en materia de nacionalidad.

10. La sentencia TC/0168/13 es violatoria de la Constitución porque:

1º. El Tribunal Constitucional en los hechos aplica con carácter retroactivo el texto contenido en el artículo 18 numeral 3 de la Constitución votada el 26 de enero de 2010 que dispone que no adquieren la nacionalidad dominicana los hijos e hijas de extranjeros que residan ilegalmente en territorio dominicano.

2º.- La sentencia viola también el numeral 2 del citado artículo 18 que dispone: “Son dominicanos y dominicanas (…) 2.- Quienes gocen de la nacionalidad dominicana antes de la entrada en vigencia de esta Constitución”.

3º.- Al aplicar retroactivamente la ley y al desconocer la nacionalidad adquirida en virtud de constituciones precedentes, la sentencia TC/0168/13 viola la seguridad jurídica.

11. En conclusión: la sentencia TC/0168/13 suprime la nacionalidad dominicana de miles de dominicanos, con identidad y cultura dominicanas, nacidos en el territorio, inscritos en el registro civil bajo el amparo de constituciones vigentes y decreta su muerte civil, convirtiéndolos en apátridas o en extranjeros en su propio país, lo que es absolutamente inaceptable.

12. La sentencia TC/0168/13 desvía la atención del real problema que sí nos debe preocupar: la falta de control efectivo en la frontera, el creciente contrabando en ella, la oleada migratoria indocumentada en aumento.

13. Lo peor y más grave es que la sentencia TC/0168/13 está siendo utilizada para manipular sentimientos en la población dominicana y para fomentar una campaña de odio contra dominicanos de ascendencia haitiana.

14. La nación dominicana es una sola y la integramos todos los que ostentamos la condición de dominicanos y nos identificamos en el conjunto de valores, cultura, lenguaje, tradiciones e historia que sostienen “la dominicanidad”. Es inaceptable hacer distingos motivados en la nacionalidad española, francesa, norteamericana, cubana, haitiana, china o árabe de los padres.

Las verdaderas amenazas al Estado y Nación dominicanas. —

15. Es cierto que la nación y el Estado dominicanos enfrentan problemas muy serios que pueden afectar su existencia misma. Pero nuestros reales peligros son de otra naturaleza. Entre ellos: i) Que más de un millón de dominicanos está disperso por el mundo, buscando las oportunidades que les niega su país; ii) La presencia en el país de cerca de medio millón de migrantes indocumentados, y el flujo continúa. iii) La inequidad social de un modelo económico que a pesar de registrar crecimiento, concentra la riqueza y reproduce la pobreza; iv) La inserción del país en esquemas de integración económica, llevando a la quiebra a importantes sectores productivos, en especial la agropecuaria, haciéndonos más dependientes de importaciones; v) La fractura creciente de la cohesión social como consecuencia de la inseguridad ciudadana y del desarraigo; vi) El grave e irresponsable endeudamiento externo, hipotecando el país a la banca internacional; vii) La profunda crisis de la educación y de la escuela dominicanas que no fomentan nuestros valores, tradiciones, historia, cultura, en fin, nuestra identidad; viii) El acelerado crecimiento del narcotráfico, por la complicidad de sectores oficiales; ix) Un liderazgo político en su mayoría corrupto, sin autoridad moral, que envilece las instituciones, favorecido por la más absoluta impunidad; x) La entrega de nuestros recursos naturales a transnacionales a precio de vaca muerta, poniendo en riesgo la sostenibilidad ambiental.

 

Publicaciones Relacionadas

Más leídas