Una jamona práctica

Una jamona práctica

Una amiga afirma que todas las féminas que no han encontrado un hombre que las conduzca ante un juez civil o un sacerdote para contraer matrimonio, es porque tienen un bajo componente chiveril.

La dama señala que las chiviricas usan minifaldas atrevidas y escotes pronunciados, especialmente si poseen muslos generosos y bien modelados, y pechuga dura y levantisca.

Y ha llegado a afirmar que conoce mujeres de escaso encanto físico, que debido a su putemia, levantan más hombres que las hermosas tranquilonas y recatadas.

Lo extraño es que mi amiga, quien ha tenido numerosas parejas sentimentales, permanece soltera, pese a que entró recientemente en su cuarta década de existencia.

-¿A qué debemos atribuir que ninguno de tus novios con dormida, se ha hecho cargo de ti con el carácter definitivo de una relación matrimonial?- pregunté hace unos días a mi casquivana enllave.

-¡Ay, muchacho, deja de hablar como si estuvieras frente a un auditorio compuesto por licenciados en Filosofía-rezongó- pues lo estás haciendo con una mujer del pueblo, de mentalidad liberal, que solamente lee los periódicos.

-No usé ninguna palabra para la cual haya que acudir al diccionario en busca de su significado- respondí, ligeramente molesto.

-Es que sencillamente pudiste preguntar por qué no he encontrado un hombre que cargue conmigo, y te hubiera dicho que más de uno me ha propuesto matrimonio- afirmó, con sonrisa de autosuficiencia.

-¿Ninguno te ha gustado lo suficiente como para aceptar su propuesta?-le pregunté.

-Soy exigente en mis gustos, comenzando porque los hombres feos o gordos, no califican para cónyuges míos, y uno de ellos sufría de las dos cosas.

-¿Dijiste “sufría”?- inquirí, añadiendo a la interrogante incontenibles y sonoras carcajadas.

-Albergar en su físico fealdad y gordura torna infeliz a cualquier persona, no importa sexo ni edad- manifestó, en tono enfático.

-¿Además del atractivo físico, cuáles cosas debe tener un hombre para que aceptes casarte con él?

Esbozó una leve sonrisa, y su respuesta llegó precedida de un silencio que duró unos treinta segundos.

-Ser millonario, y ninguno de los que han querido llevarme al altar, llega siquiera a la categoría de mediana clase media. Y que no se te ocurra calificarme de metalizada o interesada, pues soy una mujer romántica, pero de un romanticismo práctico.

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