Una lección a los políticos

Una lección a los políticos

Una vez más los dominicanos y dominicanas les dimos una gran lección a la clase política, decadente y llena de ambiciones, cuando masivamente acudimos a las urnas para depositar, en un simple voto, todas nuestras esperanzas y necesidades en la oferta de un aspirante presidencial que galvanizó todas las ansiedades de la ciudadanía para sacudirnos de este marasmo económico, social y político en que nos han enterrado por 45 meses las fuerzas del PPH.

A medida que avanzaba la administración Mejía, en su desacertado maniobrar económico, social y político, más repudio iba generando en la población, que cada día se empobrecía más y le era más difícil sostener sus trabajos o adquirir los alimentos necesarios para vivir o siquiera pagar la abusiva facturación eléctrica.

El hecho de que por un largo tiempo el candidato peledeísta a la presidencia se mantuvo en el primer lugar de las encuestas, demostraba que la ciudadanía lo consideraba como la única tabla de salvación para rescatar al país del hoyo de la desconfianza, del hambre y de la corrupción en que había caído, fruto de los desaciertos del PPH. La población quería volver aquellos años finales del siglo XX cuando el doctor Leonel Fernández fue presidente, y por eso, él representaba la única esperanza de restaurar la calidad de los servicios públicos, el respeto a la magistratura presidencial, el orden en la ejecución presupuestaria y en el gasto corriente.

Esta vez se obviaron los recuerdos de la prepotencia y el engreimiento de muchos funcionarios peledeístas que le dieron las espaldas a quienes lo apoyaron en 1996, que al salir de su gobierno, se pensaba que no podría volver a ser opción de poder. Pero el desastroso y pésimo gobierno del PPH sacó del ostracismo al PLD, en donde la figura del doctor Fernández siempre se mantuvo potable y querida por la población, como lo demostró el domingo pasado, pero no así de los dirigentes de su partido, que cuando fueron funcionarios, se encerraron en una burbuja de cristal y algunos hicieron sus travesuras presupuestarias.

El respaldo masivo que la población le dio al doctor Leonel Fernández demuestra que supo esperar cívicamente, para como se dice que cuando un pueblo es arquitecto de su propio destino, iba a hacer valer ese derecho, y por medios democráticos, desalojar a un político que en el 2000 se creyó en él y se le celebraban sus bromas, boches e insultos, y hasta su forma de hacer lo que le diera la gana con los recursos del Estado, manteniendo delincuentes en su gabinete o destrozando el territorio y sus áreas protegidas, como si le importara un bledo la opinión pública, a la cual despreciaba y se burlaba. El rápido y sorpresivo reconocimiento, que el presidente Mejía hiciera un triunfo del doctor Fernández revela el impacto que en él produjo el rechazo de su reelección y también que el tiene fibras muy valiosas, que sin las malas influencias del PPH, otra hubiese sido su carrera política como presidente.

Al presidente Mejía le ocurrió como a Chacumbele, el mismo se mató con su tozudez en mantener erróneas políticas económicas, propiciar quiebras de bancos y devaluar el peso a su conveniencia, endeudar al país a niveles increíbles con préstamos que nadie conoce su destino, a la vez que no oía consejos ni recomendaciones sensatas para enmendar el rumbo que seguía su administración hacia el descrédito y el repudio cívico. El pasado domingo las mayorías nacionales se cobraron ese impúdico accionar de gobernar, que redujo los índices de crecimiento por debajo del 1% y aumentó el índice de pobreza por encima del 20%.

Pese a que los políticos se despachan con la cuchara grande por la forma de cómo se auto designan sueldos elevados, exoneraciones diversas, crean sus ONGs fantasmas, subvencionan con más de $450 millones de esos a los partidos, en fin que del presupuesto sacan tajadas y más tajadas para sus beneficios, el pueblo, supo decirle el domingo 16 que no se duerman en sus laureles. Que ya está bueno de abusar y despilfarrar los recursos públicos que deben ser para el bien común, y que si pretenden crear un estado de ingobernabilidad los que han salido derrotados a cuenta de tienen la mayoría congresual y municipal, podrían despertarse sorprendidos de cómo el país les exigirá que el bien común está por encima de las ambiciones de los que crearon un estado de zozobra y desconfianza para hundir al país. Ahora llegó la oportunidad de rescatarlo de ese infierno blanco que arrolló con todo lo logrado en la última década del siglo XX. El doctor Fernández tiene en sus manos las herramientas para devolverle la dignidad y orgullo a los dominicanos.

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