Una lección de dominicanidad

Una lección de dominicanidad

LOURDES CAMILO DE CUELLO
El talentoso nadador Marcos Díaz llegó a la República Dominicana luego de su exitosa travesía de dos vueltas alrededor de la isla de Manhattan y fue recibido por miles de personas que salieron a las calles a celebrar con el gran atleta».

Así reza uno de los párrafos de la  información de Dionisio Soldevila B., redactor de HOY, publicada el pasado 25 de agosto.

Marcos es un caso de orgullo para los dominicanos. Marcos se propuso realizar una hazaña y ha sido capaz de realizarla.

Y su proeza me recuerda el Informe de Desarrollo Humano 2005 de Naciones Unidas sobre República Dominicana. Vale recordarlo para reflexionar acerca de cada una de nuestras vidas.

Sostiene el referido informe que nunca antes como en las últimas décadas, la República Dominicana ha estado más expuesta a los flujos económicos, culturales y sociales internacionales. El turismo, las emigraciones y las actividades orientadas hacia la exportación han desarrollado nuevas habilidades empresariales y laborales así como un nuevo flujo de relaciones en todo el territorio nacional.

Apunta que estos tres factores han dado lugar a la transformación de la cultura y los valores de la sociedad dominicana.

Asegura que la forma como se han producido estos cambios refuerzan inseguridades y crean dudas sobre los valores propios, sobre-estimando lo ajeno, a pesar de que República Dominicana está dotada de valores y tradiciones propios. Se corre así, según el informe, el riesgo de desnaturalizar nuestra identidad. Es necesario, pues, un proceso de reafirmación y reconstrucción en la autoestima colectiva.

Recomienda reforzar la identidad y cultura propia promoviendo el orgullo por su propia dominicanidad, la estima de su auto-imagen colectiva y la capacidad para conseguir las metas que definen su futuro como pueblo en un mundo globalizado.

Habría que replantear el tema de los valores y la cultura para modificar comportamientos de solidaridad y bien común.

Evaluar la cultura como plataforma válida que expanda la libertad de la gente y la experiencia de una vida. La libertad de elegir y construir sus propias vidas e identidades.

Cuando un individuo no se cree capaz de dirigir su vida, cuando se desprecia el pasado, se puede recurrir a la externidad: querer parecer otro.

Se necesita confianza en sus instituciones.

Adquirir capacidad a partir de esfuerzos individuales y colectivos engendra autoestima, confianza y valoración propia, a lo propio, y aspiración a tener mayores capacidades.

Solo adquiriendo mayor capacidad y teniendo un entorno colectivo de justicia y equidad el dominicano evitaría las dudas en los momentos trascendentes de su vida y también en los menores.

Sólo un caso: crecer en desarrollo humano y equidad, hace que disminuya la violencia contra las mujeres.

Cabe preguntarse pues, ¿por qué queremos ser diferentes? ¿Es que acaso el color determina superioridad? ¿No somos nosotros mismos un arcoiris multicolor? ¿Podremos crecer en la institucionalidad y en el respeto a la ley? ¿Podremos respetar la diversidad de los que por aquí disfrutan de lo que ofrecemos, sea trabajo o diversión?

Bienvenido, Marcos Díaz. Que poetas, músicos, artesanos e investigadores te imiten y que gocemos de nuestras arepitas, dulces criollos, bachata y chicharrones. Que sintamos orgullo de nuestro pasado. De lo que constituye nuestro patrimonio. Todo lo que nos mantiene en esta tierra bendita llena de luz y de problemas cuyas soluciones debemos encontrar.

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