Una ley obsoleta que debe modificarse

Una ley obsoleta que debe modificarse

La semana pasada los empresarios de la zona norte, especialmente los de Puerto Plata, se quejaban de que la Secretaría de Estado de Turismo les impedía la construcción de edificaciones con niveles superiores a los tres pisos y que sólo recientemente el presidente doctor Leonel Fernández les había permitido, en el malecón de la ciudad de Puerto Plata, construir edificaciones con un máximo de cuatro pisos.  Estas anacrónicas disposiciones sobre la construcción son una mera copia de las disposiciones que en sus inicios utilizó España, por recomendaciones de los ambientalistas, de no pasar determinada elevación para no causar atentados visuales al entorno y permitir un disfrute pleno de la naturaleza.  Nada más absurdo e irracional que, afortunadamente, tanto España como otros países que habían adoptado medidas similares consintieron en abolirlas.

   ¿Por qué fueron eliminadas estas medidas pseudo ambientalistas?  En primer lugar y la más lógica, es que las playas no paren y tienen un determinado área que con el tiempo no se agranda, por lo tanto, los países deben sacarle el máximo de provecho a su litoral.

   En segundo lugar, las razones económicas se imponen.  Una estructura modesta implica el disfrute de unos pocos de las playas lo cual encarece la vivienda.  En edificios altos, un mayor número de personas tiene acceso al mar y también se abarata el costo de los apartamentos al utilizarse áreas comunes para los condómines.

   En tercer lugar, el Estado Dominicano percibirá mayores ingresos por impuestos de construcción y también por vivienda suntuaria.  Afortunadamente, en la zona de Juan Dolio y Guayacanes las edificaciones de más de cuatro niveles han sido permitidas y se levantan modernos y elegantes condominios de hasta 26 niveles.

   En cuarto lugar, los servicios públicos, agua, luz, teléfono, recogida de basura, tele- cable, etc. son más concentrados, lo cual permite una menor erogación en el cumplimiento económico de los mismos.

   Todos estos razonamientos caben también para la zona oriental de Bávaro y Punta Cana, en donde los “cienciélogos” de la Secretaría de Estado de Turismo no sólo limitan la altura a cuatro niveles, sino que tampoco permiten un mayor número de habitaciones por hectárea.  El número oscila, dependiendo de la zona, entre 25 hasta 75 habitaciones por hectárea, dependiendo su ubicación geográfica. Si las autoridades gubernamentales creen que la zona que va desde Juanillo (Cap Cana) hasta Uvero Alto permanecerá con esos pequeños volúmenes de construcción por hectárea, se equivocan medio a medio.  Para muestra basta un botón.  Medidas similares fueron tomadas por los ayuntamientos de Marbella y Torremolinos en la costa sur del mediterráneo español, y ante la disyuntiva de que la playa se iba llenando de viviendas que llenaban los requisitos pero que no satisfacían la enorme demanda de veraneantes, optaron por permitir los grandes inmuebles de apartamentos, en donde uno, que recordamos, pasa de los cincuenta pisos.

   Los empresarios puertoplateños, de Bávaro, Punta Cana y otras zonas turísticas, deben no desesperarse, porque estas medidas obsoletas y periclitadas como expresó una vez el presidente Betancourt de Venezuela, durarán en nuestro país menos que “cucaracha en gallinero”.

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