Una limpieza por el país

Una limpieza por el país

 ANTONIO PEÑA MIRABAL
Las medidas puestas en práctica por el Gobierno para combatir la delincuencia y el crimen organizado en el país, empiezan a dar sus frutos favorables en medio de cambios en los mandos militares tendentes a reforzarlas. En principio hubo protestas de los dueños de negocios de expendio de bebidas alcohólicas, porque entendían que sus ventas disminuirían como consecuencia de las mismas, lo que no ha sucedido. La ciudadanía ha adquirido conciencia de la efectividad de dichas medidas y las ha apoyado asumiendo un comportamiento consecuente con las mismas.

La limpieza que ha iniciado el nuevo jefe de la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) es un aporte significativo al esfuerzo que realiza el Gobierno para llevar sosiego y paz a la familia dominicana. No es un secreto para nadie que desde esa institución gubernamental, creada para combatir el mal del narcotráfico, en muchas ocasiones eran alertados los grandes, medianos y micro traficantes de estupefacientes, cuando en ella se decidía atacar tal o cual punto de espendio de narcóticos. En una complicidad irresponsable con el crimen organizado, la delación desde la propia DNCD dificultaba su trabajo. Hay que indicar que esa práctica no era, como tampoco lo es en la actualidad, una decisión de los principales directivos de la misma, sino el comportamiento aislado de algunos de sus integrantes, que queriendo acumular fortunas se convierten en traidores de la institución y en quintas columnas del narcotráfico.

La delincuencia callejera de nuestros barrios responde en gran medida al alto consumo de drogas, que en los últimos años ha alcanzado niveles escandalosos. Si existe complicidad en la DNCD con el narcotráfico, y como consecuencia de ello las nuevas autoridades la están depurando, de igual forma en la Policía Nacional hay cómplices del crimen organizado en el país. Recientemente la sociedad dominicana fue testigo del bochornoso acto mediante el cual un coronel de la Policía junto a la patrulla que comandaba, sacó de la cárcel de La Victoria a un supuesto narcotraficante internacional, para llevarlo a una plaza comercial de Santo Domingo, donde departieron tragos juntos y al supuesto narcotraficante le suministraron servicios de manicura. Igual que la DNCD, ésta no es la conducta de los principales ejecutivos de la institución del orden público, pero es un indicativo claro de que la profilaxis que allí debe ejecutarse, debe ser extremadamente profunda.

Todo indica que además de combatir la delincuencia y el narcotráfico en las calles de las principales ciudades del país, también habrá que combatir estos dos males en las instituciones creadas por el Estado para su represión y persecución. Es por ello que la sociedad organizada debe apoyar las escisiones que en la actualidad ejecuta el nuevo jefe de la DNCD y los esfuerzos del jefe de la Policía Nacional por lograr una institución al servicio y defensa del ciudadano. De igual forma, el Gobierno debe seguir brindando su apoyo a la profilaxis puesta en práctica en ambas instituciones. El país no puede seguir teniendo policías comprometidos con el crimen y la delincuencia, mucho menos oficiales de la DNCD al servicio del narcotráfico.

Las manzanas podridas hay que sacarlas de las cestas, porque mientras exista una, ésta contribuirá con el deterioro de las demás. No se puede tener compasión con los que pretenden, desde la Policía y la DNCD, ser empleados al servicio del crimen organizado y al narcotráfico. El país vive momentos estelares respecto a estos dos males y llegó la hora de tender una muro de contención que los detenga. Ahora que han surgido dos jefes dispuestos a hacer lo necesario para atomizar internamente a los atrevidos serviles, es hora de darle el apoyo necesario para que emprendan la limpieza anhelada por el país. Sólo con una Policía Nacional al servicio de la ciudadanía y una DNCD sin compromisos con el narcotráfico, el país se liberará del clima de violencia y delincuencia que lo azota.

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