Una llamada salvó de la muerte segura a Timoteo Hernández

Una llamada salvó de la muerte segura a Timoteo Hernández

Muchas veces, “menos es más”, y eso lo puede atestiguar fielmente Timoteo Hernández, cuya vida pudo salvarse gracias a un modesto celular que, si bien no es de última generación,  funcionó después de haberse mojado con agua de mar y permitió que hoy Timoteo  cuente su historia con sus propios labios.

“Armado” con un viejo machete y su celular, Timoteo emprendió un viaje de reconocimiento de la costa de Barahona, a donde se había trasladado para iniciar una empresa de pesca. Su recorrido tenía como destino la llamada Punta de Martín García, un punto en que la sierra homónima se introduce en el mar, desde donde observaría las posibles rutas de escape en caso de tormenta.

A pesar de las advertencias de lugareños y celadores sobre los peligros del viaje, Timoteo prosiguió en su jornada de más de 30 kilómetros.

Después de un viaje intenso en el que se intoxicó al morder una fruta llamada “cotinilla” y estuvo a punto de sucumbir en la montaña donde la humedad le impedía respirar, Timoteo llegó a una playa donde, insistiendo por llegar a su destino, fue arrastrado por una ola a un farallón donde lo único que puede hacer es escalar.

El único soporte que encontró, a más de cien metros de altura sobre el mar, fue un arbusto sobre el cual se sentó a esperar la muerte. Pero llegó otro día y la desesperación le llevó a comenzar a desarmar su celular con una piedra, con el fin de secarlo y poder hacer una llamada.

Afortunadamente logró hacerlo funcionar, pero al llamar al 911 en varias ocasiones sin poder comunicarse, decidió llamar al número de servicio al cliente de su proveedor, Viva, cuyos empleados iniciaron la labor de salvamento al poner en contacto a Timoteo con los organismos de socorro.

Su rescate fue posible después de un dramático operativo desarrollado por diversos organismos de socorro y la asistencia vital de la compañía telefónica que nunca dejó de auxiliar a Timoteo.

Deshidratado, herido,  tras pasar la noche sentado sobre un tronco, sin protección para el frío ni el sol, sin comida y teniendo que turnar las piernas para soportar los calambres, Timoteo Hernández volvió a la vida ese día.

Las peripecias de su amargo viaje están detalladas en el libro “La llamada que salvó mi vida”, compilado y prologado por Freddy Ortiz, publicado con el apoyo de Viva, empresa que tiene  ejemplares en sus oficinas para distribuirlos gratuitamente a los interesados.

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