UNA LUZ DE INVIERNO QUE SE EXTINGUE
Ingmar Bergman

UNA LUZ DE INVIERNO QUE SE EXTINGUE<BR><STRONG>Ingmar Bergman</STRONG>

POR CARLOS FRANCISCO ELÍAS
SUITE I:
HUMUS,IMÁGENES, GEOGRAFÍA Y MISTERIO

Yo pudiera salir del paso y escribirles ahora una simple biografía de Ingmar Bergman y listo, se darían por informados y saldría del paso, según ocasión entre duelo y noticia.

 Me resulta imposible, quiero la libertad, si es posible, de explicar cómo me hice adepto de la obra de este  personaje del siglo XX, cuyas huellas en la historia del cine serán imperecederas.

En esta suite, algunos escucharan al Chopin nórdico, Edward Grieg, cuyo romanticismo musical no será ajeno a la visión conjunta de la obra Bergmaniana.

(Sibelius, Nielsen, entre otros, también estarán invitados)…

Para entender el misterio de un cine tan hermético, como lo fue esa cultura antípoda, también  fue necesario descubrir las famosas sagas escandinavas de Jorge Luis Borges, sin llegar al extremo exótico del autor, quien aprendió noruego antiguo para hacer aquel rescate.

(Se hace la aclaración de que en esta ocasión, Borges tenía un sentido de lo heroico diferente, lejos de la  famosa crítica amistosa que le hacia Octavio Paz, sobre lo que era un matón de barrio y un héroe como Aquiles, por ejemplo, que propendía ser prototipo).

Algo me quedó claro: que los creadores escandinavos ya sea en la música, la literatura o el cine, están marcados en el resultado final de sus obras  por un naturalismo insignia, donde paisajes, creencias, clima y religión, determinarán una armonía temática compartida por todas las expresiones artísticas como una constante, en una región del mundo donde la pasión y la determinación ante la cultura como expresión persistente, no tiene parangón.

Ingmar Bergman, amante del teatro y la opera, ayudante de su padre, pastor luterano de aldea, descubrió muy temprano aquel ciclo del naturalismo escandinavo, que luego con lujo de memoria crítica convertiría en la materia prima de de sus películas.

 La clave de los símbolos estarían tatuadas en las estaciones, invierno implacable, significación  de lo interior, recogimiento, reflexión, ocio de vista y nieve infernal; verano tímido y provocador.

En síntesis: Hombre, Naturaleza y Dios, no importa qué estado (felicidad, desgracia, desafío o miedo), harían de la obra de Ingmar Bergman un legado universal y regional, influido por tradiciones del cine mudo y la vieja literatura nórdica que le habían precedido.

 La compactación de una obra, cuando se convierte en representativa, tiene la riqueza de la diversidad de sus nutrientes:

Un buen director, íntimo, personalísimo, lo produce una cultura de las mismas condiciones, por la homogeneidad de los factores culturales de referencia.

Se me ocurre pensar, de repente  en una pregunta básica:

 ¿Es posible la existencia de Ingmar Bergman sin Car Theodor Dreyer?…

 Dreyer es un director del cine de Dinamarca, reverenciado como uno de los padres del cine religioso, los conflictos claves del sentimiento religioso, están en su famosa Dies Irae ( 1944 ), que es un clásico del género junto a Ordet – La Palabra – (1955).

SUITE – II:

LUTERANISMO, EL SENTIDO DEL SER O LA CULPABILIDAD ETERNA.

La sociedad sueca se entiende como una sociedad secular, pero al mismo tiempo, como el resto de los países escandinavos, normas de una visión luterana en la formación religiosa llegan a las películas de Bergman como el resultado de un ejercicio intelectual en el que el director confronta su adolescencia, él como adulto frente a un guión, puesta en escena y dirección, como un ejercicio reflexivo que denotará cimientos y estilos de una formación religiosa en su sociedad.

Pienso en películas como:

Fresas Salvajes,
EL Séptimo Sello (1957)

(Es ya clásico recordar a Antonio Block – Max Von Sydow, regresando de las cruzadas en el siglo XVI, llegando a la ribera del mar y al lavarse la cara en su Suecia natal, descubre que la muerte le persigue y hasta le permite jugar ajedrez con él. Este personaje permite a Bergman una bellísima reflexión sobre la muerte.

La misma se muestra amistosa pero segura de sí misma y sus «deberes».

Con una excelente trama, que no ahorra el humor negro, el telón de fondo es la huida de la muchedumbre de la peste negra.

Mientras tanto, el juego de ajedrez que el cruzado Antonio Block ha comenzado con la propia muerte en el mar, sigue su curso con espíritu desafiante de parte del cruzado, cuando advierte a la muerte, que es muy buen jugador de ajedrez, a lo que la muerte con picardía,  responde que ella también.

Previo al jaque mate de la muerte, Block, confundido, deshace el juego, para ganar tiempo a una muerte que juega calmada y que le dice – : » No se preocupe, yo sé organizar el juego de nuevo «…

A lo que Antonio Block responde con determinación:- » El espíritu está  listo, pero la carne es débil «…

 Esta sigue siendo en materia de reflexión sobre muerte y religión una de las películas más espectaculares de Bergman.

El Manantial de las Doncellas (1960).

A pesar de la secularización referida, la conciencia enfrenta el drama del infierno, el demonio y el mal. No hay posibilidad teológica alguna que pueda justificar la no existencia de estos elementos que perturban el proyecto humano en la tierra y lo racional, tampoco pudiera justificarlo.

Huelga explicar que la historia de la expansión del luteranismo hacia Suecia, en 1521, luego de su liberación del reino unido de Dinamarca por  Gustavo Vasa, quien luego fuera el Rey Gustavo, es una historia tan caótica como la propia del luteranismo en expansión hacia la Europa del norte y los nacientes Estados Unidos de América.

Pero esta religión, con todos sus cismas grandes y pequeños, asombrosos, dramáticos, al cabo del tiempo (no importa sus fuertes luchas faccionales en Europa) se convirtió en religión de estado en casi toda Escandinavia.

Todas las películas de Bergman, de un modo u otro, tienen personajes masculinos y femeninos cuyas crisis personales, sus visiones cotidianas y sus dudas existenciales, tienen como punto de partida esta religión oficial, de la que Ingmar Bergman fuera acólito a la edad de 17 años. En sus películas Bergman sin vocación de obseso, toma distancia y retrata los afectos de una fe y sus consecuencias, sin dejar abandonar planteamientos existenciales, búsquedas en la definición del ser, que serán espacios reflexivos acostumbrados de su obra.  Algunos extremistas, derecho le asisten, han pretendido catalogar el cine de Bergman como un cine teológico, en mi caso aparto ese cáliz excesivo de mí, en todo caso en el cine de Ingmar Bergman hay zonas donde los personajes, imbuidos de obsesiones y tormentos, pueden sostener diálogos que puedan insinuar tal desliz, su cine es el cine de un director que  buscando respuestas expone tormentos y búsquedas y dicho sea de paso: en la medida en la que el tema religioso en Bergman es una memoria adolescente que busca exorcismo en las imágenes, los marcos de rebeldía en los planteamientos se sienten y persisten, en todo caso más que cine teológico, me inclinaría, para una aproximación a su caso, en el cine más cerca de la búsqueda existencial, al menos en un periodo inicial, vincularle a Jean Paul Sartre, tampoco será un gran descubrimiento.

Porque en las películas de facturas  Bergmanianas, las claves ontológicas son más amplias que las religiosas, porque estas últimas, obedecen a un periodo especial de su obra, a saber:

Como en un Espejo (1960) 
Los Comulgantes (1961-1962).

 El drama del cura luterano Thomas  -Gunnar Bjornstrand- cuyas dudas en la fe le llevan a una crisis insoportable.

No puede cumplir su misión ante los feligreses, él mismo no está seguro de lo que predica, severo consigo mismo, tampoco el amor le redime.

Jonas Pilson – Max Von Sydow – inquieto por unas noticias de China, pide consejos, descubre que el cura Thomas, al final, tiene más confusiones de fe que él mismo.

Un desenlace especial, la crisis de fe se retrata cuando las fronteras entre el deber religioso y la vida cotidiana chocan frontalmente, su pretendida Martha -Gunnel Lindblom- al final le hace ver que su fe, sin tener ella deberes religiosos alguno,  en la oración es eficaz y rebozante.

Los Comulgantes (1961-62) pertenecen a esas películas de Ingmar Bergman que tipificade modo absoluto esta problemática.

Religión y filosofía existencial, reflexiones y enfermedades del alma en una sociedad donde la solución de la vida cotidiana a plenitud, ha permitido otros niveles de abstracción y visión vital, a las problemáticas de otras sociedades.

 El cine de Ingmar Bergman  ha servido como modelo para mirar hacia esas antípodas, cuyo escenario en la Europa del norte ha sido Suecia, pero con el tiempo, se ha reconocido como el mejor retrato, profundo, insondable, de la sociedad Escandinava toda.

* Continuará.

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