MADRID. AFP. «Vivo un cuento de hadas», dice con la voz llena de emoción Marie-José E. tras recibir el resultado de una prueba de ADN confirmando que, tras 44 años de una búsqueda desesperada, encontró a su «bebé robado» en España.
«Es algo increíble. Me siento eufórica. Pero también hay altibajos terribles: cuando me despierto por la mañana me digo ‘existe’, ‘está ahí’, y después me asalta el miedo de perderlo», confía a la AFP esta profesora residente en el sur de Francia, cercana a la jubilación y que pide mantener el anonimato para preservar su intimidad.
Su hijo, que cumplirá 44 años el 12 de julio, vive en Valencia, en el este de España, el lugar donde nació y fue adoptado.
Marie-José y su hijo forman parte de miles de familias víctimas del vasto escándalo de los «bebés robados del franquismo» en España, que estalló a finales de 2010 con las primera denuncias y podría afectar hasta a 300.000 personas, según las asociaciones de defensa.
Por un decreto de 1940, la dictadura de Francisco Franco (1939-1975) podía quitar los niños a sus madres y ponerlos bajo tutela del régimen si se consideraba que su «educación moral» corría peligro, en la práctica si eran hijos de militantes de izquierdas o nacidos fuera del matrimonio.
Los grupos de víctimas afirman que el tráfico continuó, con la venta de bebés, tras la muerte de Franco y hasta que una ley de 1987 reguló la adopción, especialmente en clínicas gestionadas por instituciones católicas que hacían creer a los padres que sus hijos habían muerto al nacer.
Marie-José, de padre español y madre francesa, era una estudiante de 22 años cuando se quedó embarazada. Su padre la llevó a dar a luz al convento del Santo Celo en Valencia.
«Fue una pesadilla», recuerda la mujer, aún traumatizada por «la maldad de la madre superiora». Pese a que le había prometido que podría quedarse al bebé, su padre lo dio a las religiosas.
«Nunca volví a hablarle a mi padre», afirma Marie-José, que desde entonces no dejó de buscar a su hijo pese a que se casó y tuvo otro hijo, hoy de 30 años.
Por su parte, Juan supo a los 14 años por sus padres que era adoptado. «Pero le dijeron que sus padres biológicos habían muerto en un accidente de tráfico», explica Marie-José.
A la muerte de su madre adoptiva en 2011, en pleno escándalo de los bebés robados, Juan vio que sus padres adoptivos aparecían como biológicos en su acta de nacimiento y decidió buscar la verdad.
«Finalmente, una prima, más mayor, se lo contó todo hace tres semanas», dice Marie-José. «Le dijo que había sido vendido por las religiosas, como se hacía en aquella época», afirma la mujer, aludiendo a la complicidad de médicos, miembros de la Iglesia, la administración para hacer «verdaderos falsos papeles».
Juan contactó inmediatamente a las asociaciones de ayuda en Valencia, que rápidamente hicieron la conexión con Marie-José, a quien conocían bien, y las pruebas de ADN confirmaron los lazos. «Desde entonces, nos llamamos todos los días», dice esta madre emocionada.
Por el momento, muy pocas familias han podido encontrar a sus hijos robados en España.
«En total, hay una docena de familias, que se sepa», dice Soledad Luque, representante de la Coordinadora X24, que agrupa a la mayoría de asociaciones de defensa de estas familias.
De las 3.000 denuncias presentadas, sólo 900 están siendo instruidas, precisa.
«Cada día hay casos archivados», lamenta, señalando el caso de Castellón, cerca de Valencia, donde «hay 90% de los casos archivados». El gobierno conservador de Mariano Rajoy «no nos aporta información», denuncia. «Hay mucha oscuridad, mucho secretismo y no entendemos por qué», agrega.
Una de estas asociaciones pidió incluso al papa Francisco que intervenga para que se abran los archivos de la Iglesia.
Mientras tanto, Marie-José se prepara para reunirse con su hijo el 21 de junio. «Está casado y tiene un hijo de ocho años, soy abuela», dice. «Siento una felicidad increíble», añade.