Como seguidores de esta columna me han pedido que haga un cálculo del monto de la corrupción en el periodo 2005-2012, en lo que sigue explico una manera de llegar a la cifra. Sabemos que no es lo mismo crecimiento económico que bienestar del trabajador y que en países desarrollados es menor la proporción del ingreso que corresponde al trabajo que engorda la rentabilidad del capital y la corrupción. En República Dominicana fue lo contrario, a ambos sectores se desvió la mayor parte de la participación que correspondía al salario en el PIB.
Para casos específicos la Procuraduría General de la República cuantificó la pérdida de ingresos del trabajador, de lo que todos tenemos culpa, pero de manera particular los sindicalistas, que todavía no se dan cuenta que con una parte importante del salario fue que se financió la corrupción. Lo demuestra el hecho de que no salieron a la calle a respaldar el expediente que se elaboró, probablemente porque en los últimos diez años algunos prefirieron sentarse en cómodos sillones de los consejos de administración de las empresas públicas.
Y ahora, con escopeta vacía, amenazan con llamar a huelga culpando a otro del atraso salarial, sin considerar, además, lo que establece la literatura especializada, que las empresas no derivan ganancias de la estrategia de mantener los salarios deprimidos. Que cuando están por debajo del nivel que corresponde el trabajador pierde poder de compra y la economía sale perdiendo, aumentando el riesgo de explosión social y las empresas reducen su productividad y rentabilidad, por el empeoramiento de la desigualdad salarial. La historia recoge que lo último fue demostrado por Henry Ford, cuando casi duplicó el salario promedio de sus trabajadores en 1914, hasta llevarlo a cinco dólares al día, con la intención de reducir el absentismo y aumentar la motivación. Como consecuencia, los ingresos, la productividad y la rentabilidad mejoraron notablemente.
El monto del salario que financió la corrupción se puede hacer con las estadísticas disponibles para el periodo 2005-2012 y dos cálculos puntuales. El primero, para llegar al total que se desvió a la rentabilidad del capital y la corrupción; es la brecha que resulta al comparar la evolución de las remuneraciones reales promedio de los trabajadores (ver Página Abierta, Parte I, Banco Central, Junio 30, 2014) con el crecimiento acumulado del PIB real de 64.9% (anualmente 6.5%, a precios 1991). El segundo, para calcular el exceso de rentabilidad del capital; es la diferencia entre la rentabilidad observada (la DGII publica datos sectoriales de Impuesto sobre la Renta) y la que debió ser (hay cálculos internacionales). La diferencia entre los resultados de ambos cálculos es el monto de la corrupción, lo que en el país se conoce como fuente originaria del capital exhibido por políticos (y allegados) que les ha permitido meterse a empresarios y competir de tú a tú con familias de fortunas tradicionales. El número da miedo.
Para evitar que el salario del trabajador siga financiando la excesiva rentabilidad del capital y la corrupción, el Gobierno debe aumentar el salario mínimo aprovechando que en junio revisa el presupuesto del 2015. Y hacerlo con criterios que puedan ser usados por el sector privado.