Una medalla olímpica de platino

Una medalla olímpica de platino

La parte occidental de la isla de Cuba sufrió recientemente el paso del huracán Gustav, un fenómeno atmosférico que alcanzó la máxima categoría de cinco. Lo más sorprendente fue que en Isla de la Juventud y en la provincia de Pinar del Río, donde impactó directamente, no murió una sola persona producto del devastador ciclón.

La ráfaga de viento máximo registrada en la estación meteorológica de Paso Real de San Diego, Pinar del Río, fue de 340 kilómetros por hora. Cuando el anemómetro alcanzó esa lectura, se rompió y no pudo seguir midiendo la intensidad de los vientos. Esa es la más alta velocidad registrada por un huracán en toda la historia de la humanidad. Sólo los vientos medidos en la cima de Mount Washington, New Hampshire, Estados Unidos de América, el 13 de abril de 1934 excedieron esa velocidad. A pesar de la descomunal fuerza de la Naturaleza que azotó a Cuba, no hubo en el país una víctima fatal.

El paso de Gustav por territorio cubano hizo que las autoridades de la Defensa Civil y los organismos populares evacuaran 467 mil personas. Los desplazamientos se iniciaron por las provincias orientales aunque Gustav nunca se hizo sentir por allí. En toda Cuba sólo hubo 19 lesionados, ninguno de gravedad. No hubo necesidad de llevar a nadie a cuidados intensivos ni utilizar ataúdes.

De las 25 mil viviendas que existen en Isla de la Juventud, la mitad de ellas había perdido la techumbre o habían sido destruidas totalmente. Ciento treinta y seis torres de alta tensión fueron derribadas por los fortísimos vientos. Centenares de miles de personas quedaron súbitamente sin energía eléctrica, pero lograron preservar la integridad física.

Las fotos y vistas fílmicas transmitidas por la televisión cubana reflejaban la destrucción absoluta. En una de sus Reflexiones, el comandante Fidel Castro decía recordar la desolación apreciada durante su visita a Hiroshima, ciudad japonesa sobre la que el presidente Truman ordenó en 1945 lanzar la primera bomba atómica utilizada en la historia como arma de guerra. Murieron entonces centenares de miles de japoneses. Pero en Cuba no hubo una muerte que lamentar a pesar de la bomba atómica lanzada por la Naturaleza contra la isla.

Ni siquiera hubo pérdidas de vidas cuando el bote pesquero Langostero 100 no pudo retornar al Surgidero de Batabanó antes de que el tremendo huracán impactara la zona con toda su fuerza. Al día siguiente a Gustav, 36 barcos y aviones salieron a la búsqueda de cinco humildes pescadores que tripulaban el pequeño barco. Las Fuerzas Armadas y la flota pesquera consumieron enormes recursos para tratar de rescatar a cinco hombres que, aferrados a un remo, flotaron unidos en las enardecidas aguas del mar Caribe durante 27 horas, hasta que fueron recuperados con vida, aunque muertos de miedo, valga la paradoja.

Los que vivimos en sociedades donde el mercado decide nuestro destino y el consumo valora nuestra importancia, quizás no logramos entender cómo fue posible que bajo Gustav, en Cuba, no hubiera centenares de víctimas fatales. El mismo huracán, debilitado y rebajado en su categoría por la devastación causada previamente en la isla, golpeó a un país industrializado, organizado e institucionalizado como Estados Unidos de América. Y hubo decenas de víctimas que lamentar a pesar sus recursos y del aviso anticipado que tuvieron.

¿Qué significa esto? ¿Hay alguna explicación que justifique que un país débil, sometido a un bloqueo feroz durante medio siglo sea capaz de lograr lo que el bloqueador no puede? Si a alguien le interesa la respuesta a estas interrogantes, debía interpretar lo que los dirigentes cubanos quieren decir cuando hablan de luchar contra sus propias superficialidades y egoísmos. Además, cuando consideran que en este momento de crisis no hay que abatirse sino utilizar el arma social más importante: la solidaridad humana, el apoyo que cada uno pueda darle a los demás.

Y comprenderá entonces que la medalla de oro que Cuba no pudo ganar en los Juegos Olímpicos de Pekín en días pasados acaba de obtenerla en platino al ser capaz de soportar la furia devastadora de la Naturaleza sin que haya tenido que lamentar la muerte de un solo cubano.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas