Estamos en la recta final del 2024 a muy pocos días para despedirlo. Estamos también en la época de adviento donde el pueblo cristiano celebra el nacimiento de su Señor y Salvador, Jesús. Es también una época propicia para manifestar nuestra gratitud al Altísimo por haber caminado con nosotros como un Dios misericordioso (misericordioso: que camina con nuestras miserias) durante todo este año.
No significa necesariamente que todo nos haya salido “color de rosa” como esperábamos y orábamos. Es posible que sí, es posible que no. Cada quien podrá evaluar la realidad que le tocó vivir, pero para cualquiera que sea la conclusión que se tenga me parece propicio que nos acerquemos a esta evaluación desde la posición que plantea el Salmo 103, específicamente desde el verso 2 hasta el 5.
Dice así el texto:
¡Con todas las fuerzas de mi ser lo alabaré y recordaré todas sus bondades! 3 Mi Dios me perdonó todo el mal que he hecho; me devolvió la salud, 4 me libró de la muerte, ¡me llenó de amor y de ternura! 5 mi Dios me da siempre todo lo mejor; ¡me hace fuerte como las águilas! (Traducción en lenguaje actual, TLA) (El subrayado es nuestro).
Puntos a considerar a la hora de realizar nuestra evaluación, entre otros:
- Las faltas que cometí y que´Él me las perdonó
- Las veces que me devolvió la salud
- Las veces que me libró de la muerte, de la cárcel, de la tragedia…
- Las veces que me manifestó su amor y ternura aun en medio de la tristeza, la pérdida, la confusión, el dolor, la desesperanza o la dificultad que tuve que enfrentar
- Las veces que me sorprendió con el milagro, con la solución al problema que parecía que nunca iba a llegar.
- Las tantas veces que me levantó y me dio las fuerzas para remontarme y continuar con mi vuelo como hacen las águilas.
Que en esta mirada-evaluación retrospectiva podamos concluir exclamando: “hasta aquí nos ayudó Jehová” (1 Samuel 7:12).
¡Feliz Navidad y un venturoso 2025!