Por ROSARIO TIFÁ
Wrecket es una propuesta de moda que transporta al espectador a un mundo de fantasías y realidades, a la vez que enaltece a su creador Leonardo Rodríguez (Edison), joven diseñador que ha abandonado su patria con un puño de ilusiones y que en un retorno fugaz presenta sus frutos.

Tomado de las manos de Cristhian Dior y de Balenciaga, maniobra magistralmente con las pinzas-pliegues espontáneos, sensualidad estructurada y una dualidad entre lo femenino y masculino, la luz y la oscuridad.

Maneja a la perfección el blanco y el negro, tanto en su pigmentación natural como sus mezclas, exponiéndolos en faldas semi estrechas, aglobadas, anchas, sesgadas o tubo, expresión de las tendencias de esas épocas.

Asimismo, en pantalones, blusas, vestidos y chaquetas de gran fluidez y frescura.

Los tules y encajes dan esa sensación señorial a las piezas, colocados sobre tela o debajo de ésta, en ocasiones, en colores fucsia y verde, ajenos a los originalmente seleccionados en su trabajo.

Edison utiliza el algodón, punto de algodón, voile, linos bordados, crepé, gazar, georgette y chifón, en una propuesta que nos transporta a aquellos sitios exquisitos de París de esos tiempos y que sólo podemos accesar a través de la historia.

También nos lleva imaginariamente a interpretar aquellos momentos puramente románticos y a la vez de protesta, expresado en éstos lares por la intérprete cubana La Lupe, a través de los boleros “Teatro” y “Punto de Vista”.

Esas melodías fueron usadas por el diseñador con su intérprete original y otras voces, de fondo, en el desfile de moda celebrado en la Galería de Arte Moderno, en la Plaza de la Cultura.

Las alpargatas casuales, con sus ataduras en las piernas, súper de moda en esta temporada, contrastan con los tocados señoriales muy “chic” de la moda  europea de esos tiempos. 

Los peinados, maquillaje y la personalidad de las propias modelos escogidas para el desfile definen la calidad y lo glamouroso de una actividad que terminó con un brindis de exquisitos vinos.