Una mosca de letrina

Una mosca de letrina

El día dos de enero Mateo Globalbrand se levantó de la cama sintiendo un ligero dolor en la nuca. –Me duele el pescuezo, le dijo a su mujer. –Ponte sebo de Flandes caliente; así acabará enseguida el problema, contestó rápidamente Antillana Negrón, una vecina que le había traído una jarra de té de jengibre a la pareja Globalbrand. En el barrio tenían varios días “fiestando de lo lindo”. Todos se acostaban a las tres de la mañana y un poco más. –Antillana, tu marido me dio otra receta. ¿De dónde sacan ustedes tantos remedios? –Son medicinas viejas de nuestros abuelos campesinos.

–¿Y qué medicamento te recomendó mi marido? –Me dijo que el día tres me comiera “una mosca de letrina”; que eso “me encresparía la virilidad”. –Oh, sí, esa es “la mosca de colores”; pero no te la puedes comer sin nada más; masticar una mosca es muy desagradable; lo mejor es partirla en pedazos pequeños, echarle sal y disolverla en “dos dedos de ron Brugal blanco”. Lo que no haga la mosca, lo hará el ron blanco. Globalbrand sonrió de oreja a oreja. –Antillana, si tú lo dices, no hay más que hablar; mañana me como la mosca antes de acostarme.
Las dos mujeres se acercaron al balcón a curiosear. Eran las once de la mañana. –Fíjate, Antillana, esa bandida de enfrente cogió ayer una parranda de padre y señor mío. Todavía no ha abierto las persianas; se ve que quedó medio muerta. –Ella sacará la cabeza a las tres de la tarde. –Cuando le dé el sol cerrará los ojos; pero antes de que anochezca se meterá en el salón de belleza a prepararse para la próxima correría. –Tiene razón, vecina.
–¿Y en qué paró lo de la policía y los militares políticos? –Aquí siempre todo sigue igual; ya lo sabemos por la canción de Navidad: “un año que viene y otro que se va”. Así pasa con la gente; los muertos se van, los vivos se quedan. Mientras haya puerco, ensalada y frutas, los amigos estarán reunidos y dispuestos a compartir tragos, chistes y chismes. –La ciudad es muy grande y peligrosa; hay demasiados asaltantes. Lo mejor es quedarse en la casa.

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