Una muchacha sabia

Una muchacha sabia

Era una de las mujeres más hermosa que ojos masculinos hubiesen visto, y formaba parte de una familia pobre de solemnidad. Una tarde en que conversaba con ella y una amiga, ésta le dijo que debería sacarle provecho a su belleza, involucrándose en una relación de pareja con un hombre que cargara billetes.

– Entre las cosas más importantes que busco en un compañero figura el buen trato. Eso es más importante que la riqueza, porque  no vale la pena tener bacinilla de oro para escupir sangre – dijo la agraciada joven.

– Las comodidades hogareñas forman parte del buen trato en todo matrimonio, o concubinato- replicó su interlocutora.

– Eso no está sujeto a discusión- manifestó la hembrota- pero debe colocarse por debajo de la consideración y el respeto.

– Son muchas las uniones matrimoniales y consensuales que se rompen por las carencias que conlleva estar en olla – afirmó la amiga, con el tono enfático que brota espontáneamente del convencimiento.

– Otra  cualidad necesaria para la estabilidad de una relación romántica es la cultura. No resistiría convivir con un hombre que diga haiga, semáfaro, casimente, o tábanos y veníanos- expresó la bella damita, aficionada a la lectura.

– Es difícil adquirir conocimiento cuando no se tiene dinero para comprar libros- argumentó su amiga.

– No necesariamente, pues existen las bibliotecas públicas, algunas de las cuales prestan los libros para que los lectores se los lleven a sus casas – dijo la versión dominicana de Iris Chacón- Ah, otra cosa que no soporto en un varón es que sea enemigo del baño, pues una cuneta sobacal es enemiga del romanticismo.

– Veo que eres una mujer exigente en relación con el género masculino, por lo que quizás te será difícil encontrar un hombre que te acomode- manifestó la enllave del hembrón, con tono de fastidio.

– No lo creo, porque desear que nuestro amante o marido sea respetuoso, culto, y limpio de cuerpo, no es pedirle mucho a un millonario. Celebré la frase con carcajadas, y todavía hoy, treinta y tantos años después, sonrío al recordarla.

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