Una muestra más que evidente

Una muestra más que evidente

Si a las personas que son propietarias de los mostradores que en la autopista Las Américas exhiben caracolas y formaciones de cuevas, se les preguntara si creen que el país está mal, de seguro dirían que sí. Y si se les preguntara por la necesidad de «cuidar la ecología» también estaría de acuerdo con ello. Pero si se les preguntara qué pueden ellos hacer por arreglar el país o preservar nuestros recursos naturales, definitivamente no sabrían.

Si nos extendiéramos en la conversación con esas personas y les planteáramos que su actividad de romper estalactitas y otras formaciones de las cuevas, así como la captura de criaturas marinas que aún no han terminado su desarrollo van contra la conservación, probablemente dirían que es posible, pero a seguidas plantearían que «de algo tenemos que vivir». Y como ese «algo» es lo que se tenga a mano, y como lo que tiene a mano más cerca y con menos trabajo son elementos de la naturaleza, pues tanto el país como la ecología pasan a planos muy inferiores, puesto que no es solamente para comprar comida que se venden estas cosas en la autopista Las Américas, sino también para comprar jeans de varios cientos de pesos, tenis de mil y algo más de pesos, cerveza, pasolas y otras «necesidades» por el estilo.

Lo de Las Américas es una muestra más que evidente de falta de educación y orientación, pero también es muestra de falta de interés de los políticos en propiciar un estado de superación entre nuestra gente. Junto a esas dos «muestras de falta» está una tercera: la falta de iniciativa de la que hacen gala los dominicanos cuando de banalidades se trata. Es decir, para algunas cosas nos consideramos con mucha iniciativa, pero regularmente se trata de «pendejadas». Cuando el caso es serio, como el caso de la tierra, por ejemplo, la «iniciativa» es abandolarla o venderla barata, que para el caso es lo mismo. Esta «iniciativa» lleva un segundo componente: comprarse una motocicleta para motoconchar, y cuando no hay muchos clientes y el pago de la mensualidad de la motocicleta se acerca, entonces como me dijo una señora de El Tablazo, en San Cristóbal salir «a partir brazos» arrancando cadenas, celulares, carteras o lo que aparezca.

Un campesino no piensa que vendiendo la tierra por sacos hace gran daño. Tampoco piensa que vendiéndola por pedacitos para solares puede causar un enorme daño. En su cabeza solamente está la idea de sobrevivir a como dé lugar. De igual manera piensan las personas que destruyen una caverna por pedacitos para vender, como igual pensaban los mineros de calizas de El Pomier que al destruir una cueva entera no causaban gran daño. Debieron pasar muchos años de enfrentamientos para que finalmente lo entendieran.

La actitud de los políticos, viéndolos como conductores del gobierno y del Estado según la verdadera acepción del término Político, debería ser la de buscar alternativas contra los daños que se producen contra los recursos que son la base económica de la nación: la tierra, las aguas, la vegetación, la fuerza humana, etc. La pérdida de las tierras labrantías al ser abandonadas y sepultadas por construcciones es malo para la nación. La pérdida de suelos montañosos por deforestación también es muy malo. La pérdida de vegetación es de lo peor. La pérdida de ríos es resultado de los males ya mencionados. Abandonar a los campesinos la fuerza humana a su suerte, como ha ocurrido desde hace poco más de 30 años, es olvidarse del aparato productivo de la nación. Entregar a los importadores la alimentación de la nación es peor todavía.

[b]RECURSOS MANEJABLES[/b]

La vida de un caracol resulta para un ser humano la vida más aburrida, por más lindos que sean su interior y sus formas. Y claro, a ningún ser humano se le ocurriría envidiar el destino de un caracol fijando las arenas del fondo marino o sirviendo de hábitat para pequeños organismos marinos. Y ese es el destino de un caracol: asegurar las arenas y servir de hogar a minúsculos seres vivos. Hay seres humanos que durante toda su vida no podrán igualar el servicio que presta un caracol a la naturaleza. Aún así nos creemos con el privilegio de decidir el destino de un caracol.

Una estalactita no tiene los mismos fines que un caracol. Nace como consecuencia de la cristalización del carbonato de calcio que compone la roca caliza. El carbonato de calcio se disuelve poco a poco atacado por las lluvias y los ácidos naturales, y parte de él va a parar al interior de una cueva para reagrupar sus moléculas formando estalactitas, estalagmitas, colgaduras, coladas y otras formaciones interiores. Durante ese proceso, y ya crecidas estas concreciones, no puede decirse que han rendido un servicio a la humanidad. Simplemente han hecho su vida, independientemente de lo que haga la humanidad con la suya.

Pero eso no significa que la humanidad tenga derecho a tronchar la vida de estalactitas sólo por creerlas extrañas, raras, «incomprensibles» o inservibles.

La incorporación de las cuevas al turismo va demostrando que las estalactitas, en su sitio, sea el techo o las paredes de una cueva, pueden generar más recursos para toda la nación que cortadas y puestas a la venta en una autopista.

[b]27. SI TUVIERA UN MARTILLO (50 COSAS MÁS PARA SALVAR LA TIERRA)[/b]

¿Dejó abandonado alguna vez un proyecto simplemente porque las herramientas necesarias le resultaban demasiado caras?

Existe una alternativa para comunidades de pocos recursos: una «biblioteca» de herramientas donde todas están a disposición de la comunidad para compartirlas. Promueva la conservación y esta modalidad de reciclaje: trate de que su biblioteca lance un programa de préstamos de herramientas. Hay que aprovechar los recursos disponibles.

El programa de préstamos de herramientas no es una idea novedosa. La biblioteca pública de Grosse Point, Michigan, empezó en 1943 con 28 herramientas; ahora cuenta con más de dos mil. Desde julio de 1989 hasta junio de 1990, circularon más de mil novecientas herramientas. Según el bibliotecario: «La gente está muy contenta. Nos fue bien desde el primer día que empezamos».

La biblioteca pública de herramientas de Berkeley, California, se fundó en 1979. Tenía como fin proporcionar herramientas a las familias de bajos recursos. Los usuarios pueden llevarse llaves, taladros, palancas, hasta mezcladoras de cemento. Por un día van a la biblioteca aproximadamente entre treinta y cien personas. Les cuesta sólo un dólar obtener lo que necesitan.

En los años 70 y 80 los clubes culturales de la República Dominicana tuvieron bibliotecas en los barrios. Una idea como la de las herramientas pudiera revivir ese activismo que tanto ayudó a los jóvenes de Santo Domingo.

[b]DEFINICIONES NATURALES[/b]

Cáliz

Verticilo externo de la flor compuesto por un conjunto de hojas, generalmente verdes y de pequeño tamaño, llamadas sépalos. En zoología, el cáliz es el conjunto de placas que rodea el periprocto o región anal de los Equinoideos (erizos de mar).

[b]Denudación[/b]

Para la geología, la denudación es el desgaste progresivo del relieve por la acción de meteorización y de los erosivos, que acarrean los productos disgregados por aquella.

[b]Efector[/b]

Organo que ejecuta la respuesta a un estímulo nervioso central (encefálico o espinal) que puede ser de naturaleza muscular o glandular.

[b]Fenotipo[/b]

Manifestación externa aparente de la información contenida en los genes.

[b]Gástrico[/b]

Perteneciente o relativo al estómago o a los procesos digestivos que tienen lugar en él.

[b]Hematites[/b]

(Parda) Mezcla de algunos hidróxidos de hierro y minerales arcillosos formada por meteorización de rocas que contienen minerales más o menos ricamente ferruginosos. (Roja) Oxido férrico de color rojo intenso, y raya de roja a negra que se presenta en formas compactas y sin cristales distinguibles. La variedad con cristales visibles se llama oligisto.

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