Una muy grave advertencia

Una muy grave advertencia

JOSÉ ANTONIO MARTÍNEZ ROJAS
Bi2jh2o@tricom.net
Recientemente se celebró en las islas Providenciales, Turcos y Caicos una Conferencia de Turismo Sostenible del Caribe, en la cual expertos participantes vaticinaron que si no se toman medidas tendentes a revertir los cambios climáticos que se operan en la región, el turismo en la zona podría disminuir en proporciones alarmantes. Para nuestro país, el cual tiene como mayor productor de divisas el turismo, esta situación sería catastrófica y se reflejaría negativamente en el desarrollo de la República.

La recomendación de los expertos y técnicos versó en el sentido de darle alta prioridad a la ecología al considerar que los cambios climáticos tendrían un grave impacto social y económico en la región caribeña. Se ha contemplado con estupor, cómo cada día los fenómenos atmosféricos, no solo se limitan a la temporada ciclónica, sino que se presentan fuera de ella como sucedió con las tormentas Noel y Olga y los tornados de La Vega y San Pedro de Macorís. Estos fenómenos naturales tuvieron graves consecuencias para los que habían planificado pasar una temporada en nuestro país, obligando a la mayoría de ellos a cancelar su viaje, ya que nadie quiere involucrarse en situaciones de precariedad cuando va a vacacionar. Esta anormal situación es universal. El ciclón Nargis en Myanmar acaba de matar a más de 22,000 y al menos 41,000 desaparecidos. En Chile el volcán Chaitén amenaza varias poblaciones, al igual que otro en erupción en  Perú.

Los países caribeños deben aunar esfuerzos para llevar a cabo una política unificada que permita afrontar con decisión y rapidez las situaciones anormales que se presenten, las cuales incluyen, como sucedió después de las tormentas un período de sequía de casi tres meses de duración. Estos dos fenómenos (tormenta y sequía) han sido los responsables del desabastecimiento de viandas que se observa y que motivó al Gobierno a importar plátanos desde Ecuador.

Al parecer, el aumento de la temperatura en la superficie del mar, ha tenido que ver con la erosión que sufren nuestras costas. Hace muchos años nosotros escribíamos sobre este fenómeno que estaba aconteciendo en la costa Norte del hundimiento del litoral. En Río San Juan, antes de la construcción de la carretera que bordea el mar, el ganado y otras mercancías eran transportados a Puerto Plata desde un embarcadero que hace tiempo el mar se apropió. De igual modo, en Las Terrenas, Samaná, cuando adquirimos una parcela a finales de los años 70, la demarcación estaba como indicaba la ley de entonces, en treinta metros de la pleamar. En la actualidad, el mar se ha apropiado de casi la mitad y amenaza con destruir el camino de la playa.

Cuidar y mantener la ecología y el medio ambiente debe ser el norte de nuestros gobernantes, siempre observando las resoluciones de la Cumbre de Río. Si perece nuestra industria sin chimeneas por desidia de los que nos gobiernan, entonces se vislumbran negros nubarrones en el horizonte y al perecer nosotros, arrastraremos también a nuestro vecino que nunca ha hecho gala de proteger su hábitat o de reforestar el erial que constituye sus campos. Debemos tomar medidas drásticas a tiempo aunque sean impopulares, para no tener que lamentar una situación que nos impactará a todos, ricos, pobres, blancos, negros, citadinos, campesinos, católicos o cristianos.

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