Ni las carencias materiales ni las duras pruebas limitan la fe de esta pequeña y de su familia para seguir adelante
Una persona especial tiene rasgos que la distinguen, que la hacen atractiva. Sí, características como las que posee Soribel Pérez Sepúlveda, que desde su silla de ruedas imanta con su ingenio y refresca el espíritu con su jovialidad.
Su madre, Claribel, narra entusiasta que este ciclo lectivo, la pequeña de 13 años y con retraso sicomotor, acudirá por vez primera a la escuela.
Aprovechará el sistema de aulas inclusivas creadas por el Estado en su obligación de proteger y evitar la vulnerabilidad, la exclusión que generan los sistemas tradicionales.
A la niña igual le alegra esa noticia y otra razón más la mantiene contenta: está recién operada y recibe terapias d que junto a su carga de energía positiva la ayudarán a caminar.
La progenitora confía en que estos dos factores: aprendizaje y oportunidad de andar, echarán a volar aún más la confianza de Soribel, que aunque habla mucho con sus hermanos es “vergonzosa” para hacerlo con los demás.
Cuestión que comprenden sus vecinos, en el empobrecido sector La Piña, de Los Alcarrizos, que derrochan cordialidad y muestran interés en su estado de salud física y de ánimo.
Esta solidaridad y el apoyo de su familia, impulsan a Claribel, la instan a segur firme en el cuidado de la primera de sus tres hijos.
“Afrontamos la situación con la ayuda de Dios y de mis familiares”, manifiesta esta mujer cuya fortaleza impacta, sacude.
Así, con este arrojo y esa capacidad de entrega, Claribel y Soribel asumen su día a día en una comunión de respaldo.