Elevar desde sumas inferiores hasta llevar a 10 mil pesos mensuales las pensiones destinadas por el Estado al estrato social de exservidores de menor categoría ha de ser de mucho valor para quienes han estado constreñidos a vivir con menos, siendo difícil entender que les fuera posible.
Jamás podría ser el único ingreso para familia alguna, lo que significa que en muchos hogares dominicanos de los bajos niveles de ingresos que existen durante la etapa productiva, la satisfacción de necesidades esenciales no está asegurada institucionalmente tras pasar a retiro.
Como el sector informal de la economía sigue siendo más extenso que el formal, los jubilados, desempleados netos y subempleados, constituyen la cantera de la que proviene a diario el gran número de los llamados jornaleros que pueblan descampados urbanos para dedicarse a formas primitivas de comercio y a ser también un problema de ornato y de obstrucción vial.
Estampas de un subdesarrollo que falta superar y ha crecido por desigualdades en la relación obrero-patronal y por falta de acceso a capacitaciones que abran oportunidades de empleos mejor pagados.
Por demás, no existe, para gran parte de la clase media, un régimen de protección social que provea apropiadamente a quienes por razones biológicas tienen que irse a vivir sin trabajar. Sobre ese sector también debería moverse una maquinaria niveladora de montos de pensiones y de mejoría en la educación pública para no tener que pagarla.
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