Una noche al estilo de La Villafañea

Una noche al estilo de  La Villafañea

Tomando como excusa que debía llevar a mi madre, fui el pasado jueves a ver a Blanca Iris Villafañe al Maunaloa. No fui solo con ella, sino con mi eterno cómplice Edgar Reyes y con la hermosa pareja que conforman Carolina y Angel. Como casi siempre en que el pasado me llama, acudimos a Rafael Lluberes que desde su Sonido Suave promueve estos espectáculos del Maunaloa y nos dio un seguimiento de primera categoría, pues nos asumió como sus invitados.

Ella parió sentimientos y posiciones que le permitieron a las mujeres que nos anteceden escuchar en otra sus heridas, dolores y amores. Las hizo desahogarse mientras la cantaban a veces entre dientes y eso queda. Estábamos ahí, mi madre y otras muchas madres e hijas adultas y jóvenes. Habían muchos hombres mayores, pero también muchos jovencitos, esperando por ella.

Hasta que pasadas las doce de la noche, el público reclamó el comienzo del espectáculo y salió el anfitrión de Blanca Iris Villafañe: Anthony Ríos. Lo primero que hizo fue alabar a la artista puertorriqueña y de su valentía al cantar lo que la mujer sentía en una época en que nadie se atrevía (su última grabación fue a mediados de los 60´s).

Anthony Ríos se declaró “enemigo total de la violencia contra la mujer” y la definió como “un monumento viviente a la buena canción. Uno de los íconos de la canción popular latinoamericana. Una de las artistas más importantes del siglo pasado”.

Después de declarar sus canciones como paradigmas y de calificarla como la primera mujer que se atrevió a desafiar a los hombres el artista del “Bolsillo Izquierdo” pidió que le diéramos “los aplausos más hermosos y sinceros que se le pueden dar a una persona”.

Ahí salió Blanca Iris Villafañe. Sin la melena larga, lisa y negra que aún ilustran las portadas de las tantas reediciones de sus discos. Regordeta y tierna como la madre o abuela que tanto amamos.

Nos saludó contenta del reencuentro “me llena de orgullo estar aquí. Ustedes son mis admiradores número uno y siempre tuve el sueño de volver aquí. Espero que disfruten”.

“Qué mucho gozas/ que tanto te diviertes en tus bailes/ mientras yo en casa/ como una esclava/ siempre espero por ti”.

Canta y el público se emociona con ella que no disimula el peso de los años y que sin embargo intenta moverse al compás de la música y de los extendidos aplausos del público. “Me siento tan entusiasmada”, confesó.

“Soy muy feliz con mi esposo/ no te metas en mi vida/ no quiero dar un mal paso/ por un pasado que no existe para mí”.

Luego de pasearnos por una parte importante de sus canciones, nos invita a escuchar canciones “que siempre han gustado mucho y a mí, me gustaba mucho Toña La Negra”.

Ahí mismo empezó a cantar “Cenizas” acompañada de Leclerc en los teclados arrancando aplausos cada vez más encendidos “muchas gracias. Voy a llevar otra melodía del recuerdo para llevar una variación, espero también les guste”.

“Amor perdido/ si como dices es cierto que vives dichoso sin mi, vive dichoso”.

No es la voz alta de Toña La Negra, no es el falsete grave de Blanca Iris en sus años mozos, es el feeling de una gran dama de la canción que estremece. Yo pensando y mami diciendo “Jesús, pero esa mujer canta igualito” y yo agrego también en mi mente “canta mejor”.

Blanca Iris se declara una mujer “muy romántica” y que por eso es que le gustan estas canciones…

“Tengo que decirte algo/ te lo digo con franqueza/ espero que no te ofendas…” cantaba y hasta movió la cintura con lo que se ganó nuevos aplausos y muchas carcajadas y signos de aprobación.

“Qué tragedia tan grande estoy viviendo/ estoy casada solamente por despecho/ y enamorada de otro que es mi vida. Yo no sé si él me perdonaría/ si le revelara esta verdad amarga”.

Muchos bravos y besos para Blanca Iris que instaba a seguir disfrutando y a seguirla pasando bien.

“Ya no quiero quererte/ ni sentir en mis venas/ esa tortura infame que me causa dolor… y que venga el olvido/ porque el destino dice/ que mío no has de ser”.

Y llega el turno a una de sus canciones más emblemáticas, la que tenía que cantarme Ruth una y otra vez en el Barconcito:

“Tengo el sentimiento herido/ por las cosas que me has hecho/ yo que tanto te he querido/ sufro, sufro tu desprecio”.

Ante tantos gritos, bravos, aplausos, silbidos y emoción la artista puertorriqueña abrió su corazón “yo tengo muchos años retirada de la farándula, pero al llegar aquí, me siento otra”.

En el momento en que se aprestaba a regalarnos “otro recuerdo”, Blanca Iris Villafañe pidió “que me den un traguito”.

“Yo te agradezco que en mí te hayas fijado/ si fueras libre talvez”, cantaba mientras más de una mujer abría los brazos coincidiendo con su posición ante el hombre casado y cuando hizo silencio todas las voces concluyeron la canción “lo siento, no te puedo querer”.

“Salud para todas” y levantó su vaso y todos los vasos y copas conteniendo güisqui, vino, cerveza, ron le hicieron el honor en un gran brindis en el que la artista se animó y se dio “tres petacazos”.

Eso hizo que Anthony saliera para testimoniar que “la única que bebe no es ella. Aquí hay muchos que beben”.

“Y qué me importa que vivas con otra que te da dinero…” hace la seña del dinero con ambas manos y los presentes nos fundimos en un coro único que hablaba de mendigos y de mujeres de la mala vida (y algunos decían buena vida).

Gracias a la vida fue lo que dio Anthony Ríos al despedir a La Villafañe y asumir su propio show “por darnos la oportunidad de compartir el escenario con esta gran artista”.

Finalmente, ella también se hizo parte de nosotros cuando fue a sentarse al lado de Tomás Hernández Alberto a compartir el trago y a devolver con aplausos los piropos del hombre de “La mancha”.

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