El cellista Gautier Capucón mostró una gran capacidad expresiva.
Una atmósfera misteriosa se apoderó de la sala poseída por el encantamiento del mago y su discípulo. Las cuerdas, los fagot y luego la orquesta toda, van ejecutando el tema de El aprendiz de brujo, obra de Paul Dukas, inspirada en la balada homónima de Goethe. La vibrante trompeta presenta la fórmula mágica, la música descriptiva fiel al texto cuenta la historia y nos remite inevitablemente a Fantasía, la bellísima película de Disney.
El brillo orquestal poseído de enervante ritmo, conduce al final marcado por golpes de timbales, luego el silencio el sortilegio se ha producido, permanece durante toda la noche de este cierre maravilloso del IX Festival Musical de Santo Domingo.
En medio de este ambiente fascinante, hace su entrada el joven cellista Gautier Capucón, seguido del director Ramón Tebar. Tras la introducción de la orquesta, el cello expone un tema, luego se desarrollan las Variaciones Rococo, de Piotr Tchaikovski. Capucón se luce en los pasajes virtuosísticos y en los momentos más emotivos, en los que muestra gran capacidad expresiva.
La participación de Capucón concluye con Élegie, de Gabriel Faure. Nuevamente el solista muestra una técnica admirable, una relación entrañable con su instrumento, y una sensibilidad manifiesta para abordar esta sentida y nostálgica obra. El público le tributó una calurosa ovación.
El cierre. El programa concluye con la obra de Modest Musorgski Cuadros de una exposición, con orquestación de Maurice Ravel. El compositor se inspira en las pinturas de una exposición dedicada al pintor ruso Víctor Hartmann. Los cuadros sonoros bellamente descritos, están unidos de forma original mediante un corto motivo llamado Paseo.
La música, moderna para el momento -1874- y de un realismo extraordinario, es hoy parte del repertorio de las grandes orquestas.
ZOOM
Clausura
Un festival maravilloso. El público, emocionado y un tanto nostálgico, aplaude vigorosamente
se ha roto el sortilegio, el IX Festival Musical llega a su fin escribiendo otro episodio memorable de la historia musical de nuestro país. Un reconocimiento a la Fundación Sinfonía, a su directora Margarita Copello, infatigable y comprometida, y a todas las personas que contribuyeron con este magno evento.