Una noche para una sola familia

<STRONG>Una noche para una sola familia</STRONG>

Arribamos a un día especial del año caracterizado por la tradición de reunirse en torno a la mesa  del hogar con brindis y propósitos. Es Navidad, y la familia (en  referencia a la célula básica   del tejido social) está convocada al abrazo y a la fiesta  a partir de un origen religioso basado en el amor y la comprensión,  aún  cuando abunden los excesos propiciados  por vanidades y gula de  gente que con su conducta  se aparta de  la intención de  rememorar como corresponde el nacimiento del Mesías que nos legó una doctrina para la paz y la justicia: el cristianismo.

La familia, como unidad de un mismo techo y una misma realidad, apenas  es parte de un todo mayor: la Nación, ente      forjado  con   un devenir histórico sobre la base común  del idioma, la cultura y las costumbres,  y un conjunto de  valores transmitidos por generaciones que asumieron el trabajo y los sacrificios que les trajo cada época. Ese territorio  único  que es la patria, tiene que estar presente en las reflexiones de esta fecha, con una agenda de prioridades para ricos y pobres, sin distinción política ni religiosa. Todos estamos por igual en la obligación de  lograr un país de paz y bienestar. De mayores oportunidades para educarse y  trabajar. Un país de solidez institucional, de  democracia social y económica. No solo de votos y elecciones. De más justicia, inclusión y respeto. Que la felicidad sea  meta alcanzable que nos une; no mera intención navideña.

Duarte en el Año del Bicentenario

Concibió un extraordinario y alcanzable sueño patrio y encendió  la lucha por la independencia expresada en el grito  del 27 de Febrero de 1844 en la Puerta del Conde. Merece nuestra veneración como   padre inmarcesible del  proyecto de liberación que ahora nos toca completar venciendo la pobreza, acentuando la supremacía de la patria por sobre toda injerencia y venciendo las inmoralidades que siempre tienden a torcer nuestro destino.  Juan Pablo Duarte es, además de adalid de la libertad y creador de la República que nos cobija, cumbre de honestidad, cuyo ejemplo debe permanecer como guía insustituible. Se cumplen doscientos años de su nacimiento y la nación ha de reservar sus mejores galas para celebrar la efemérides. Ya el Gobierno  dio título de honor a los doces meses que nos llegan. Respaldemos el correspondiente programa de exaltación. Loor a Duarte por su hazaña y sacrificios. La patria  te recuerda.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas