Una novedad del macho, masculino, varón

<p>Una novedad del macho, masculino, varón</p>

SONIA VARGAS
Si damos una mirada alrededor del mundo vemos cómo los hombres gracias a los avances de las mujeres, se han transformado en más hombres y menos machos, y esto es muy importante resaltar.

Hace algunos días leímos en una revista de circulación parisina, un articulo que enfocaba una novedad del macho en el acto sexual, que decía que de vez en cuando los hombres también fingen sus orgasmos. ¡Vaya novedad!. Las mujeres lo sabíamos hace siglos. Pero, por solidaridad, y para que ellos crean que son buenos machos, y no herirles su orgullo de macho, varón, lo callamos porque a nosotras también nos sucede.y hace bastante tiempo, porque me imagino cuántas mujeres al leer este artículo se indetinficaran con esto, y se dirán todas las veces que han tenido que fingir frente a sus esposos, novios o compañeros. Y otras, porque no queríamos meternos con ese tan viril narcicismo que llevan los hombres.

Además, no veo el problema ante semejante noticia. Los hombres no son distribuidores automáticos de orgasmos y el hecho de que, a veces, también finjan me parece esperanzador, pues los humaniza, los vuelve vulnerables y detentores de una sexualidad caprichosa, tal cual como la sexualidad femenina.

Y sabemos también que esta representación cultural de una sexualidad masculina puntual, lineal, silenciosa, finita y siempre exitosa no es sino un formidable mito.

Que, por cierto, les está pesando demasiado hoy día cuando las mujeres se han vuelto también sujetas de su propio deseo, después de siglos en los cuales éramos solo objetos del deseo masculino.

La revolución de las mujeres -una revolución ante todo sexual, pues siempre he pensado que la piedra angular de la revolución femenina fue la anticoncepción, que hizo posible, por primera vez en la historia de la humanidad, separar la sexualidad de la reproducción- permitió relativizar la importancia de la penetración, reubicar el orgasmo masculino y construir poco a poco nuevos imaginarios relativos a la sexualidad.

Me alegro de que los hombres, gracias a los avances de las mujeres, se vuelvan más hombres y menos machos, es decir, más frágiles y vulnerables, menos silenciosos en el amor, más humildes en la cama, más asustados ante ese encuentro de dos cuerpos en la intimidad, más preparados para los amores difíciles y sexualidades caprichosas e inciertas.

Sí, los hombres pueden fingir orgasmos como nosotras a veces lo hacemos, pero lo ideal sería que hombres y mujeres seamos capaces de mostrarnos tal como somos: humanos, llenos de contradicciones a cuestas, sujetos y sujetas de historias complejas cuya sexualidad es entonces precaria, difícil y asimismo apasionante.

Y ante esta necesidad imperiosa y construida culturalmente de orgasmos, existen hoy múltiples otras salidas gracias al erotismo que nos permite juegos infinitos que son los que posibilitan mantener el deseo vivo en el otro, en la otra. A veces sin penetración y con imaginación, se encuentran otras vías para nuevos orgasmos, nuevas playas, nuevas aldeas desconocidas, nuevos territorios misteriosos para el placer.

Ojalá seamos capaces de erradicar del todo la simulación de un orgasmo, que no siempre representa la única promesa de felicidad para nosotras y nosotros. Ojalá humanicemos la sexualidad, es decir, la complejicemos, porque los seres humanos somos así: seres de amores difíciles y a menudo contrariados.

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