Una nueva carretera

Una nueva carretera

POR DOMINGO ABRÉU COLLADO
Según los planes mostrencos de algún grupo de constructores habrá una nueva carretera rompiendo montes Cordillera Central arriba. Es más, ya se están rompiendo montes entre Bonao y Constanza. Y quién sabe. Quién sabe si la dichosa carretera y la presa que la motiva resulten buena cosa ambas.

Pero, ¿por qué razón no se avisa? ¿Por qué causa no se publica? ¿Por qué diablos no tiene un estudio de impacto ambiental?

Parece que este país no va a cambiar nunca. Seguimos –o siguen los mismos grupos de siempre– soportados por la máxima aquella de que «a palo dado ni Dios lo quita». Después que están tumbados miles de árboles sin permiso previo; después de rotas cañadas y arroyos; después de movilizadas decenas de máquinas pesadas; entonces sale la cuestión: «Bueno, ya está hecho. Hay que seguir adelante». Porque no habrá nunca manera de que se hagan las cosas bien en la República Dominicana.

Y no habrá manera de hacerlas bien, porque desde hace más de 40 años que se está embruteciendo a la población para condicionarla a que no se fije en «lo que no le importa».

Desde hace más de 40 años que a la gente se le «educa» para que salga por la mañana a buscar algún plátano y algún huevo, porque para eso es que nace, y de paso se quede en el colmado oyendo la última bachata.

ECOTURISTAS EN LA CARRETERA

Acostumbrados a ver verde por todas partes, los dominicanos ya no nos asombramos de algunos bosques, ríos, paisajes marinos y otras hermosas visiones que se nos presentan según se avanza por nuestras carreteras.

Desde hace años y desde diferentes tribunas hemos clamado porque en nuestras carreteras se construyan paradores de observación. No esos paradores de solo negocio que tenemos en cantidad de sitios donde no hay nada que ver. Sino verdaderos paradores, con estacionamientos para autos y autobuses, con baños, con barandas, con información sobre lo que se está observando y con suficiente seguridad para detenerse y permanecer en el lugar un buen rato.

En esos paradores no se vendería nada. Eso de las ventas queda para los otros paradores, que de paso, ¡quién sabe cuánto se está ganando esa gente esquilmando paseantes! Hace dos semanas me querían cobrar 195 pesos por un rollo de película que cuesta 125. ¡70 pesos de diferencia!, por el solo hecho de comprarlo en un parador de carretera.

Pues el ecoturismo, que bien podría ser la solución –o parte de ella- de problemas económicos en muchas zonas campesinas nuestras, ha sido mantenido «enclaustrado» entre discusiones y falsas proyecciones. No se ha planteado seriamente su presentación en cónclaves internacionales sobre turismo. No se ha vendido República Dominicana como destino turístico.

En un reciente encuentro convocado por la Fundación New York Times, celebrado en Punta Cana, la representante puertorriqueña de un medio de comunicación internacional se asombraba de lo que tenemos aquí y no difundimos. Incluso –y ella sabe lo que decía- me planteó que si los puertorriqueños supieran lo que tenemos aquí en términos de montañas, ríos, playas, bosques y posibilidades ecoturísticas, se movieran en masa ecoturística hacia acá.

¿Eso es lo que no quieren los negociantes del turismo tradicional?

YA VOLVIMOS

Si ustedes creyeron que íbamos a estar lejos por mucho tiempo se equivocaron largo a largo. Ya volvimos. Nosotros, los precios altos de los combustibles, no podemos alejarnos demasiado de ustedes, porque sin ustedes no somos nadie. Sin ustedes no tenemos razón de ser.

No nos tilden de volátiles. En el fondo nosotros no somos tan caros. Claro, en el fondo, allá muy por debajo de la tierra. Lo que ocurre es que cuando ya estamos respirando el aire limpio nos da un subir y subir que no hay manera de parar.

De todas maneras nosotros no somos los culpables de ser así. Los culpables son los manejadores, comenzando con los de Oriente Medio, que nos ponen donde les da la gana aprovechando las guerras que mantienen con los cuartos que nosotros –los altos precios de los combustibles– les proveemos.

Pero nada, aquí estamos de nuevo. Tenemos algunos planes de subir algo más para después de Semana Santa. No subiremos demasiado ahora para que las maldiciones que van a echar en esta Semana Mayor no les acarree un mayor suplicio en el infierno. Oigan ¡y allá sí que hace calor!

Yo les aconsejaría que se agarren del refrancito aquel apegado a la Física de que «todo lo que sube debe bajar». Agárrense de él para que se consuelen y esperen, pero consuélense más que esperar, porque desde que el galón de gasolina costaba 20 centavos y arrancó para arriba se está esperando que baje. Y esos precios lo vieron los primeros Honda 50, algunos de los cuales todavía andan por ahí.

Nada, aquí estamos. ¿Qué estamos altos? ¿Y? De más alto bajó Cristo y lo mataron. ¿No es lo que se celebra en Semana Santa?

DESPUÉS DEL CARNAVAL… MÁS CARNAVAL

Todavía suenan en la radio los comerciales invitando al carnaval, y ya hace rato que cruzamos la mitad de marzo. ¡Qué mitad! ¡Ya se acaba marzo la semana que entra! Y aún así, estos «llamados» al carnaval se mezclan, se cruzan con los comerciales invitando a los conciertos, las fiestas, los bonches y las vacaciones en grande de Semana Santa, con invitados famosos y junturas de grandes estrellas. ¿No lo cree? ¡Ponga la radio!

Las carreteras hacia el Cibao se atestaron de gente tras los carnavales de Bonao, La Vega y Montecristi. Por cierto, parece que la gente que vive entre Villa Vásquez y Montecristi tiene como entretenimiento dominical pasearse a 10 por hora en la carretera, cosa que ponía al rojo la paciencia de los capitaleños que regresaban de Montecristi y su carnaval.

Pues sí Puesán, nuestro carnaval cada año se hace más largo. Ya comienza el último fin de semana de enero y se extiende hasta marzo, hace a un lado la Semana Santa (que de paso ya le falta poco para que el Viernes Santo sea bailable) y empata con el Sábado de Gloria. A poco que entre abril ya veremos si alguna empresa fiestera se anima a llamar a la celebración del «mes de la secretaria» comenzando desde el 15, llamando de paso a grandes fiestas para cambiar la cara de tristeza por los muertos de abril del 65, con un lema como el siguiente: «Nuestros gloriosos combatientes murieron para que el pueblo fuera feliz. ¡No los defraudemos! ¡Cantemos y bailemos desde el 24 al 28 en la Fortaleza Ozama por la gran epopeya! ¡Ven a «Primavera 65», cuatro días de fiesta gloriosa»… o algo por el estilo.

Y claro, estará de por medio la gran fiesta de las secretarias, pues no será solo su día el 26, sino su mes.

Y si al pueblo le preocupa que la fiesta se acabe finalizando abril, que no se preocupe más, porque fácil que en mayo, lo que fue el Día de las Madres, y lo que se transformó en el mes de las madres, se transforme en un mes de fiesta con una feria de electrodomésticos en cada barrio, y así pasará mayo.

Y si los ecologistas no nos avispamos, agarrarán el 5 de junio para transformarlo en «El Gran Baile del Medio Ambiente», empatando con el 14 de junio e identificándolo con la fiesta gloriosa del 24 de abril, llegando a la mitad del año con una fiesta que bien podría llamarse «Carnaval de medio tiempo», porque ya aquí todo se vale.

 

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