Una nueva manera de comprometerse

Una nueva manera de comprometerse

 AMPARO CHANTADA
Una ética del compromiso no puede ser una simple ética del ajuste enfermizo y patológicamente escrupuloso de normas y preceptos, esta llamada a ser una propuesta de responsabilidad donde quepan ilusiones, proyectos de humanización, ideales con los que alimentar las motivaciones o fecundar las movilizaciones y un marco de valores con los que sobrevivir dignamente a la mediocridad.

 Es una invitación para orientar las practicas cotidianas desde un vivir solidario que mantenga vivo, despierto y atractivo un sentido de la justicia.

La ética del compromiso y del vivir solidario impulsa a la búsqueda de nuevas formas de vida como la participación vecinal o el ejercicio de las responsabilidades profesionales. El civismo es la forma habitual de compromiso, comprometerse con su barrio, su ciudad, haciendo pequeños esfuerzos y dedicando parte de nuestras energías para pensar en una ciudad que genere oportunidades de solidaridad y de esperanzas. El civismo acompañado por el humanismo. Como dice el filósofo Agustín Moratalla, no un humanismo cualquiera, sino el propio de una responsabilidad solidaria, aquel en el que un ciudadano se siente solidariamente persona en una comunidad mas amplia, aquel donde la responsabilidad no se deriva en una sacralización escrupulosa de las normas, las leyes o las instituciones, aquel donde la solidaridad no es un ideal vació y se ofrece como solidez en la fraternidad. No hablamos del humanismo del miedo (el de advertir, limitar, prevenir) hablamos del humanismo de la esperanza, el que anima, estimula, promueve, hablamos del humanismo de la terrenalidad, de la historicidad y de la dignidad. Recordemos que son los estilos de vida los que acaban dotando de significado y valor a los discursos. Lo más difícil es meter la mano a la pasta de la Historia, mantenerse en ella y saber cuando hay que detenerse. (Vida Nueva de Agustín Domingo Moratalla).

Con esa nueva Ética y la voluntad del compromiso personal es posible impulsar cambios para definir una estrategia colectiva, nacional de iniciativa ciudadana para impulsar una opción política sobre nuestro modelo de inserción en la economía y en la sociedad global. La competitividad no debe buscarse a cualquier precio, debemos pensar en el ciudadano del Caribe, con su identidad y sus problemas, sus aspiraciones particulares, y definir la ciudad que permita integrar todas esas expectativas, cohesionando la sociedad detrás de un modelo sostenible social y ambientalmente, porque es preciso proteger la Isla y sus ecosistemas tan diversos, es preciso potenciar el Ser Humano y por lo tanto tener un Ideario como dice el Padre Alemán, debemos saber quienes somos, para definir juntos lo que somos y queremos y entre esas cosas, que tipo de ciudad y de región nos permita alcanzar esas metas, que tomen en cuenta nuestra identidad, nuestra cultura y el futuro de las generaciones próximas.

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