Una nueva perspectiva par la profesión más antigua

Una nueva perspectiva par la profesión más antigua

FINANCIAL TIMES
A la prostitución se le conoce como la profesión más antigua. Las posibilidades de eliminarla son cero. Al contrario, las personas sensatas deberían tratar de reducir el daño que causa. Desgraciadamente, el moralismo desenfrenado ha obstruído la aplicación del necesario sentido común.

El país avanzado más adicto a este vicio es Estados Unidos, donde la política con las dorgas es extremadamente punitiva y la prostitución es ilegal en todos los estados, con excepción de Nevada. El Reino Unido es más sensato. La prostitución en sí misma es legal, pero no así la publicidad por parte de las prostitutas, “pescar” en las aceras, o servir de agente a prostitutas, y lo más importante, vivir de los ingresos de las prostitutas. Para crédito de David Blunkett, el secretario de Interior británico, está considerando la legislación de los burdeles y la introducción de “zonas administradas” para la prostitución en las calles.

Para ver el absurdo de cómo se maneja la prostitución en la actualidad, imagínese que bajo la influencia de los que hacen campaña a favor de los derechos de los animales, se considerara ilegal comer carne. Surgiría un mercado negro. La calidad de la carne que se vende sería un peligro para la salud. Los delincuentes pronto incorporarían la carne a su variedad de productos ilegales. Con el tiempo, los “negociantes de carne” podrían verse como un oprobio similar a los proxenetas o traficantes de drogas de hoy en día. 

Así ocurre ahora con la prostitución, como deja claro un documento de consulta de la Oficina de Interior Británica. Existe un vínculo estrecho entre las drogas ilegales y la prostitución, en el cual el proxeneta suministra con frecuencia ambos “productos”. Las prostitutas, incapaces de trabajar en negocios adecuadamente regulados, son mucho más vulnerables a los clientes violentos y a la depredación por parte de los “chulos”. Empujada a las calles – ¿de qué otra forma, según las leyes británicas, podrían encontrar sus clientes ?-, la prostitución es también una incomodidad pública.

En un contexto como este, nadie puede garantizar la salud de las prostitutas. En muchos países, las prostitutas también son el vector principal de transmisión de las enfermedades que se propagan sexualmente, sobre todo el HIV/SIDA. En el Reino Unido, el HIV/SIDA es una preocupación, pero principalmente donde las prostitutas también inyectan drogas. Puesto que el 95% de las prostitutas de las calles son “usuarios de drogas problemáticas” estas tienen que crear un riesgo sustancial, también en este sentido.

Muchos encuentran la prostitución inherentemente aborrecible. Además, como podría esperarse, las prostitutas tienden a provenir de hogares violentos, centros de atención o, con frecuencia, de ambos. También con frecuencia son empujadas a la prostitución cuando todavía son niñas. Hay que hacer todo tipo de esfuerzo para propiciarle a esta población vulnerable una ruta que las traslade de la dependencia de las drogas y la prostitución a mejores formas de vida.

Sin embargo, la cuestión es si de hacer ilegal cualquier aspecto de la prostitución -o el suministro y consumo de drogas potentes-, la medida reducirá o agravará esos males. En el caso de prostitución, la respuesta parece muy clara. Vivir de la prostitución no desaparece si esto se hace ilegal. Se volverá “subterránea”, o irá a la calle, donde los males sociales se incrementan.

¿Cuál es entonces la ruta para una política sensata? Los análisis de experiencias en otros lugares realizados por las autoridades británicas muestran que mejorar la situación no será nada fácil, pero que existen ejemplos interesantes de donde extraer experiencias.

En New South Wales, por ejemplo, es legal tener un burdel, sujeto al consentimiento y planeamiento de las autoridades locales. Los burdeles están regulados de la misma forma que otros negocios legítimos. No existen controles sobre quién puede administrar un burdel, pero sí hay restricciones sobre los lugares de promoción de la prostitución y sus servicios en una calle pública, cerca de viviendas, escuelas, iglesias u hospitales. En los Países Bajos, Grecia y algunos estados australianos, los burdeles también son legales, pero reciben licencias especiales.

Otro punto de vista es regular a las prostitutas desde el ángulo de garantizarles su salud. Pero esto, también, hace que las prostitutas se vayan al trabajo clandestino. Es mejor ofrecer controles de salud y servicios médicos en forma confidencial.

Parece ser que el mejor tratamiento del tema es llevar este negocio en forma abierta, sin considerarla un crimen y mediante la regulación, y continuar castigando seriamente las violaciones, en particular de menores, mientras se trata de garantizar que los adultos que trabajan como prostitutas lo hagan de manera voluntaria. 

El primer paso para el Reino Unido sería legalizar los burdeles. Mientras tanto, los controles de planificación deberían utilizarse para designar algunas áreas de las poblaciones para esos propósitos. La publicidad discreta también debería ser permitida para reducir el número de prostitutas que desarrollan su labor en las calles.

La virtud es algo que no se puede legislar. Pero sí podemos disminuir el daño que ocasiona el vicio. Convertir actitudes condenables por inmorales en delitos, es añadirle injuria al insulto. En 2002, solo se produjeron ocho casos en Inglaterra y Gales en los cuales se encontró culpable una persona de tener un burdel. El señor Blinkett está señalando en la misma dirección que el sistema legal ya está viendo como la dirección sensata. Ahora debemos prepararnos todos para seguirlo.

*Paying the Price: a consultation paper on prostitution, Home Office, July 2004, www.homeoffice.gov.uk

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