¿Una nueva tendencia?
Agricultura y subsidios en los Estados Unidos

<STRONG>¿Una nueva tendencia?</STRONG><BR>Agricultura y subsidios en los Estados Unidos

POR GREG CRIST Y GABRIEL ZINNY
El Congreso de Estados Unidos y la Administración Bush se están preparando para una nueva batalla referida al viejo tema de los subsidios a la agricultura. Sin embargo, esta vez el debate promete ser diferente, ya que los productores americanos están disfrutando de sus mejores ganancias en muchos años, los subsidios se han convertido en una de las principales razones del fracaso de la última negociación de la Organización Mundial de Comercio, y el enorme enfoque en la energía alternativa está generando grandes cambios en el sector agrícola de Estados Unidos. En este contexto el nuevo “Farm Bill” presentado por la Administración Bush parecería introducir una nueva tendencia.

El actual “Farming Program”, que continúa con una tradición iniciada por el presidente Franklin Roosvelt, que firmó el primer apoyo a la agricultura en 1934, fue aprobado por el presidente Bush en el 2001, uno de los mas intervencionistas y generosos de la historia, con subsidios de 98 mil millones de dólares por 5 años. Incluye una serie de programas federales, que ofrecen pagos a los productores y otras ayudas para complementar sus ingresos, sostener precios de los productos y balancear la oferta y demanda. Solo en el 2006 el gobierno otorgó 18 mil millones de dólares para estos programas.

Este año expira y la Administración Bush ha propuesto reducirlos drásticamente, lo que asegura una dura oposición principalmente desde miembros del Congreso provenientes de estados agrícolas. El nuevo programa busca reducir subsidios a los productores comerciales de mayores ganancias, a la vez que eliminar concesiones y otros beneficios a productores. En un momento en que tanto miembros del Congresos como otros grupos de presión están buscando reducir el consumo de gasolina a través de energías renovables, el Presidente Bush busca tomar ventaja del apoyo popular que tienen estas medidas para forzar al Congreso a revisar los subsidios agrícolas y otras protecciones al maíz y a sus derivados como el etanol.

Pero en la negociación participarán también grupos de interés que van mas allá de los productores, como los medio-ambientalistas, que están empujando por cultivos y plantaciones que protejan el planeta, las asociaciones de comida rápida y restaurantes, como el Global Food Alliance que abogan por menores precios de sus materias primas, y los grupos republicanos que están en contra de programas federales que aumenten el gasto e intervengan en los mercados. Los grupos defensores del libre-mercado están empujando fuertemente la eliminación de los subsidios y la apertura a competir con productores agrícolas de todo el mundo, que traería grandes beneficios para los consumidores, y sería una excelente estrategia para mejorar relaciones políticas y comerciales con otros países.

La decisión del Congreso acerca de los subsidios agrícolas generara consecuencias no solo en términos de las negociaciones de la ronda de Doha, sino también para acuerdos bilaterales de comercio. Hace unas semanas Fisher Boel el Comisionado para Agricultura de la Unión Europea mencionó que le parecía positiva la propuesta del Presidente Bush, y que podría presentar una oportunidad para acercar posiciones en la Ronda de Doha. Una de las principales razones del “impasse” se refiere a las quejas de la Unión Europea sobre los efectos distorsivos de los subsidios al campo americano, y a su vez, oposición de grupos productores en Estados Unidos que alegan las tarifas en Europa limitan su entrada a ese mercado. La nueva ley podría significar un comienzo de acercamiento.

 Estados Unidos y otros países desarrollados están enfrentando fuertes demandas de naciones en desarrollo para reducir subsidios y tarifas.

Pero la oposición doméstica es creciente. Unos días atrás, frente a una audiencia de productores agrícolas en Arkansas, Collin Peterson presidente del poderoso Comité de Agricultura en la Cámara de Diputados sostuvo que “hay mucha presión sobre nosotros para aceptar una propuesta de reforma en los subsidios al campo, como una manera de avanzar en los tratados de libre comercio, pero realmente eso no me importa si no podemos obtener algo conveniente para ustedes”.

  A esto se suma que 9 de los 24 miembros demócratas en la mayoría de la Comisión de Agricultura enfrentan su primer año en el Congreso, y provienen de estados y distritos fuertemente basados en la producción agrícola. En su primer mandato no podrán negociar nada que vaya en contra de sus votantes y comunidades.

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